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Vol. 21, Núm. 58, enero-abril de 2021, pp. (22-28) ISSN: 1810-3413

Soft skills, una tendencia de investigación educativa

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Soft skills, a trend in educative research

Luis Rodolfo Ibarra Rivas, libar@uaq.mx
Universidad Autónoma de Querétaro. México.
ORCID: 0000-0003-1803-5319


Palabras clave


Complejidad
Finalidad educativa
Soft skills

Virtudes

Resumen: Esta contribución se guió por la hipótesis: las soft skills son consejos que
pueden propiciar eficiencia y solidaridad, si se valoran con el soporte de teorías filosóficas;
no son del todo valiosas por sí mismas. Su finalidad ha sido aportar al campo educativo,
social, político, laboral y en general, cultural, criterios que complejicen las habilidades
blandas, en aras de decidir con prudencia y sabiduría su uso. Aquí se ilustraron
antecedentes que ayudaron a valorarlas. Ese análisis se apoyó en supuestos del método
complejo. También se aportaron, escuetamente, referentes filosóficos a propósito de
virtudes humanas, mismos que se contrastaron con las
soft skills. Al final se ha instado a
ponderar a qué finalidad educativa se contribuye al ejercer las habilidades blandas.



Keywords


Complexity
Educational goal
Soft skills
Virtues


Abstract: This contribution was centered on the hypothesis: soft skills are advices that can
encourage efficiency and solidarity, when supported by philosophical theories; they are not
completely valuable by themselves. The goal is to add to the scholar, social, political, working
and in general cultural field, criterions to make more soft skills complex, for the sake of
deciding with prudence and wisdom while using them. Here is depicted a context, to better
assess them. The analysis was supported by assumptions of the complex method. There are
also contributed, philosophical referents, which are contrasted with soft skills. The
potentialities of the soft skills are highlighted as well as their educational advantages.


Cómo citar:

Ibarra, L. R. (2020). Soft skills, una tendencia de investigación educativa. Revista Varela, 21(58), 22-28.
Recibido: enero de 2020, Aceptado: noviembre de 2020, Publicado: 1 de enero de 2021


Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba 21

INTRODUCCIÓN


En el mundo académico se valoraron las inteligencias múltiples: kinestésica, auditiva, visual o verbal, lógica,
naturista e intra/interpersonal; después impactó la inteligencia emocional. Una oferta educativa más
reciente son las
soft skills.


Las denominadas soft skills o habilidades blandas poseen una historia que permite comprenderlas de
manera más cabal.
Gardner (2015) ofreció un antecedente con su teoría de las inteligencias múltiples:
kinestésica, auditiva, visual o verbal, lógica, naturista e intra/interpersonal.


La palabra en inglés ability la tradujeron al español, precisamente, como habilidad, cuando su verdadero
significado es “capacidad”: “[…] es un rasgo estable de la persona, es una potencialidad que predispone a la
acción y se materializa como habilidad”; las
soft skills se vinculan con la inteligencia o, mejor dicho, con la
capacidad intra/interpersonal de relacionarse consigo mismo y con los demás.
Gardner (2015) tuvo el
mérito de llamar la atención sobre una característica humana: su capacidad de relacionarse consigo mismo
y con los demás.


La finalidad de este artículo es ofrecer una panorámica general de la temática a fin de contribuir a encarar
problemas educativos que requieren de las
soft skills o habilidades blandas. En este trabajo, primero, se
advierte que tales herramientas se orientan a una explicación psicológica con interés pragmático; al hacerlo,
no complejizan lo que de suyo es una trama enmarañada: la forma de ser y valorar humana. Luego, para
complejizar las
soft skills, se narran y contrastan ofertas filosóficas acerca de la afectividad humana y el
trabajo concluye al sugerir relaciones entre estas y algunas teorías filosóficas, al encarar dificultades socio-
educativas en entornos sociales.

SOFT SKILLS, LÍMITES Y POTENCIALIDADES


Como se ha planteado, las soft skills se vinculan con la capacidad de relacionarse consigo mismo y con los
demás. Al respecto,
Goleman (2016), ahondó en la capacidad de la relación intra/interpersonal, lo que
nominó inteligencia emocional. Entre los aspectos que caracterizan la inteligencia emocional, se destacan:
la conciencia emocional (percibir aquello que siente el otro y uno mismo), la regulación emocional (expresar
las emociones plausiblemente), la autonomía emocional (relacionar autoestima y responsabilidad de forma
solidaria) y la competencia socioemocional (equilibrio entre cordialidad y violencia), al encarar conflictos
en provecho personal y colectivo
(Goleman, 2016; Ibarra, 2020).


Toda teoría tiene límites. Uno notable en las teorías de Gardner (2015) y Goleman (2016) es reducir estas
solo a la psicología
(Ibarra, 2020; Solé, 2020). Es preciso señalar esa limitante porque deja de lado
finalidades educativas trascendentes. La educación formal, imperiosamente, requiere una orientación
filosófica-pedagógica de largo plazo. Se requiere de la filosofía para dar un sentido pleno a la vida. Una
orientación pragmática se limita al individuo y su éxito en el trabajo; los aportes filosóficos argumentan el
bien colectivo.


Reducir la educación a la técnica o la ciencia en provecho del mercado y las empresas, requiere complejizar
los actos educativos con una óptica de largo alcance, con una utopía. La ciencia no postula qué sentido tiene
la vida. Aquí se presentan algunos aportes filosóficos que encaran la vida humana y sus formas de relación
en provecho del bien colectivo. El conocimiento tecno-científico es necesario. La sabiduría y la prudencia
también.


Las cajas de herramientas son las de un gremio, el relojero tiene algunas herramientas, éstas son distintas
a las de un tornero. Las
soft skills tienen la tendencia a usarse en todas las profesiones. Esa es una cualidad.
No obstante, casi solo se orientan al empleo, no a la vida misma. La filosofía propone virtudes para la
existencia humana digna y comprometida con un futuro mejor.


Debe advertirse lo limitado de la postura psicológica:


[…] las instituciones de educación superior tienen la responsabilidad de asegurar que los jóvenes estén
adquiriendo las competencias necesarias para el mercado laboral. De hecho, la empleabilidad de los


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egresados se ha convertido en un indicador de calidad para muchas universidades. (Hernández y Neri,
2020, p. 4)


Las teorías que se enfocan más en el individuo –para concretar las competencias demandadas que logren la
empleabilidad y para obtener el éxito en el mercado laboral– aclamaron las
soft skills. Las denominan:
integridad, comunicación, cortesía, responsabilidad, habilidades sociales, actitud positiva, profesionalismo,
flexibilidad, trabajo en equipo y ética laboral
(Robles, 2012).


Si existen habilidades blandas es debido a que hay otras duras: se obtienen a través de la educación formal,
en entornos académicos o profesionales y se relacionan con contenidos propios de la educación formal
(Buxarrais, 2013). Las habilidades duras también son vistas como conocimientos vinculados con la
educación y el nivel de experiencia: manejo de datos, equipos y sistemas; por ejemplo, matemáticas,
estadística, finanzas, química, biología o informática
(Maturana y Guzmán, 2019).


Las habilidades blandas complementan las duras. La caja de herramientas blandas contiene: liderazgo;
trabajo en equipo; toma de decisiones; resolución de problemas, gestión del tiempo; pasión y optimismo;
habilidades de pensamiento crítico; voluntad de aprender; automotivación y autodirección; elaborar
presentaciones; debates en grupos pequeños; escribir comunicaciones comerciales, propósitos y
memorandos
(Majid, Liming, Tong, y Rahihana, 2012).


Una versión más actual de las habilidades blandas –elegidas por estudiantes del Politécnico de México–
fueron: liderazgo, comunicación, toma de decisiones, innovación y resolución de problemas; mientras que
jóvenes españoles valoraron: resolución de problemas, trabajo en equipo, toma de decisiones, innovación y
liderazgo
(Hernández y Neri, 2020).


Tornel, et al., 2020, plantea otra enumeración de soft skills vinculándolas fundamentalmente con el mundo
laboral. Entre ellas destaca las siguientes:


  1. Conciencia: debe comenzar haciendo una lista de las habilidades que le faltan discutiendo con sus amigos
    cercanos, compañeros de trabajo, etc. La conciencia es el primer paso para desarrollar su fuerza de
    soft.


  2. Interactuar: para construir un entendimiento con tus compañeros de equipo, debes interactuar más con
    ellos.


  3. Ser optimista: exuda ese positivismo y propaga el optimismo contagioso.


  4. Motivación propia: establezca objetivos personales para alcanzar nuevos máximos y mantener los
    objetivos para usted.


  5. Poseer un ego humilde y benevolente: ser humilde, aceptar y aprender sinceramente de la crítica.


  6. Sé un jugador de equipo: aprende a confiar, crea compañerismo, establece objetivos comunes, brinda
    apoyo, amistad y se ensucia las manos.


  7. Comunicarse de manera efectiva: sea claro, discreto, diplomático y mantenga el ritmo de la conversación.


  8. Piensa fuera de la caja: sea creativo y perfeccione sus habilidades innovadoras y creativas.


  9. Mirar el panorama general: considere todos los aspectos, oportunidades potenciales, amenazas y
    contingencias.


  10. Aprender a priorizar.


Al educar es una responsabilidad social universitaria preparar para el mercado laboral. Es preciso ofrecer
valiosos elementos, como los aportados por
Gardner (2015) de las inteligencias múltiples, y la inteligencia
emocional de
Goleman (2016). Para el triunfo laboral también conviene considerar otros consejos, como
los de
Hernández y Neri (2020), o los expresados para China (Wnag, 2019).



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Los llamados consejos se asemejan a las palabras estelares: vocablos que el sentido común docente admite
sin mayor reparo, ya que los estiman impolutos. Algunos profesores los admiten sin reparo, aunque
seguramente pocos los siguen
(Carrizales, 1987). Algunas palabras estelares son “democrático, crítico y
propositivo”, por ejemplo. Las palabras estelares dentro de las
soft skills son: conciencia, optimista,
liderazgo, auto-motivado, creativo, prioriza, etcétera. Son conceptos estelares porque no los sostienen
teorías ni argumentos; porque quién, en su sano juicio, desearía ser inconsciente o antidemocrático, por
caso. Son consejos o exhortaciones a ser “buenos”. Las teorías éticas argumentan un “deber ser”. No son
consejos para ser “buenos”.


Existen tratados sobre comunicación (Habermas, 1989), democracia (Geneyro, 1991), o sobre ética
(Aristóteles, 1979). En las obras filosóficas y científicas se formulan conceptos y teorías, así como se
presentan evidencias empíricas que permiten comprender cada concepto. Conceptos y teorías científicas
son distintos a los consejos dados por quienes, afanosamente, exhortan a apropiarse de la caja de
herramientas de las
soft skills.


Las palabras estelares tienen el poderío de exhortar al sentido común, solo que su apelación no se soporta
en argumentos que les den sentido. Abajo están ejemplos de la carencia de argumentos o definiciones de
conceptos estelares o consejos de las
soft skills.


Ser humilde da la impresión de ser un llamado totalmente aceptable y plausible. Adviértase la cantidad de
ideas afines a ser humilde: respetar, acatar, recatarse, someterse, obedecer, tener paciencia, resignarse,
tolerar, sujetarse, disciplinarse, silenciar, callar, avergonzarse, moderarse, empequeñecerse, empobrecerse,
oscurecerse, eclipsarse, sufrir
(Corripio, 1985). Ser obediente y sometido, entonces, es deseable.

¿Realmente lo será bajo cualquier circunstancia? ¿Hasta qué límite ser humilde y someterse?


Weber criticó que una religión pide ser humildes de espíritu; lo objetó porque argumentó la exigencia de
apasionarse para aceptar el desafío científico de crear lo antes ignorado
(Weber, 1991). La creación
científica tiene algo de soberbia: no se aceptan, humildemente, las teorías vigentes. Los científicos no callan
ni se avergüenzan al expresar otras formas de comprender el mundo. Sí son humildes en otro terreno: no
sentencian qué sentido tiene la vida.


Adicional a los límites de los consejos de las soft skills, es indeclinable admitir que, a pesar de las exigencias
del mercado laboral, la añorada educación integral reclama no reducir la formación al mundo del trabajo.
Se requieren educar ciudadanos comprometidos con formas de relación humana más solidarias y más
plenas.


Las habilidades blandas son contradictorias, llaman a la eficiencia y a una visión más solidaria y menos
eficientista: “Poseer un ego humilde y benevolente: ser humilde, aceptar y aprender sinceramente de la
crítica”
(Tornel, et al., 2020, p. 158); al mismo tiempo que hacen suyas necesidades empresariales:
“innovación y resolución de problemas” o, bien, “las instituciones de educación superior tienen la
responsabilidad de asegurar que los jóvenes estén adquiriendo las competencias necesarias para el
mercado laboral”
(Hernández y Neri, 2020).

BREVES NOTAS SOBRE EL MÉTODO


Este trabajo siguió propuestas del método complejo de Morin (1998). Parte del anhelo de reunir lo disperso:
al analizar las
soft skills, es provechoso justipreciar los consejos que son dados por quienes las investigan y
complementarlas con virtudes humanas ofrecidas por la filosofía. Es preciso reconocer que por mucho que
se complemente, un estudio con pretensiones de totalidad es una quimera
(Morin, 1998); aquí solo son
retomadas algunas teorías filosóficas que pueden contribuir a una educación solidaria y eficiente.


Los aportes del pensamiento complejo son benéficos en otro ámbito: teoría de sistemas. Se requiere
reconocer que entre los sistemas hay zonas de interpenetración, espacios donde se confunden los sistemas,
no hay sistemas absolutamente aislados; hay momentos y zonas sistémicas que penetran y son penetradas
por otro sistema
(Morin, 1998). Por caso, conviene admitir que no existe una frontera que separe de manera
tajante a la ciencia de aquello que no es.


Una zona de confusión existente entre ciencia y sentido común, la constituyen los núcleos de buen sentido:
aquellos saberes que sin llegar al estatuto de científico o filosófico, tampoco son solo sentido común; son


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producciones socio-históricas que se oponen al sentido común, solo que no llegan a la sistematicidad ni
objetividad. Se distinguen porque son elementos que distancian a los opresores de quienes los oprimen
(Gramsci, 1998; Ithuralde, 2020).


Las soft skills son producciones socio-históricas que muestran a los trabajadores como seres complejos: son
pensantes, sintientes y actuantes. Aun cuando, simultáneamente:


[…] hay que reconocer que la administración como invención de la modernidad responde a un ethosparticular enmarcado en una racionalidad de tipo instrumental, cuya condición teleológica comprende
un interés económico, situación que tiende a convertir al empleado en un recurso del cual valerse para
el alcance de los fines. La atención más humana en la administración subyace como una posibilidad de
atenuar su énfasis instrumental y visualizar posibilidades para garantizar un mejor bienestar laboral,
pero que no son más que eufemismos para mimetizar un mecanismo de dominación que acredite la
adhesión del personal a la identidad corporativa.
(Marín, 2006, p.54)


Es justo decir que las soft skills están separadas de la administración; no obstante, el tipo de psicología que
las propició no es distante de fines e intereses económicos. Solo recuérdese que “las instituciones de
educación superior tienen la responsabilidad de asegurar que los jóvenes estén adquiriendo las
competencias necesarias para el mercado laboral”
(Hernández y Neri, 2020, p.4); tales competencias son
las habilidades blandas.


Un sentido común, sin mayor reflexión, desecharía las soft skills. Es necesario considerar que son un
producto histórico - social, surgieron de pugnas entre la razón instrumental orientada a fines y otra
orientada a la afectividad
(Weber, 1991). Se precisa reiterar la necesidad de reunir lo que se menosprecia
por inclinarse ante otros “dioses”, “tótems” o teorías. En todo caso, la incertidumbre –otro aporte del
método complejo retomado de la teoría cuántica– obliga a reflexionar qué sí recuperar y ante qué
circunstancias (teoría de la relatividad).


Estas valiosas ofertas metodológicas (Morin, 1998) guiaron este trabajo: rechazo al pensamiento disyuntor
(bueno
versus malo o moderno versus tradicional) que deshistoriza y abstrae procesos humanos, unir lo
disperso, complementariedad, teorías de sistemas, incertidumbre y relatividad.

APORTES FILOSÓFICOS


Platón (2009) y Aristóteles (1979) llamaron virtudes a formas de ser y de valorar de los ciudadanos. Los dos
se ocuparon en demostrar lo existente y lo deseable para que su polis, su Estado, fuese autónomo y en él se
viviese de forma segura, productiva y placentera. Platón encaminó sus esfuerzos a demostrar que el Estado
perfecto era aquel que perseguía el ideal de bien: bueno (ética), bello (estética) y verdadero (ciencia).
Aristóteles encauzó sus teorías a establecer un Estado que lidiaba con lo existente para encontrar el justo
medio en aras de la felicidad. Ninguno exaltó el interés por favorecer a mercaderes o artesanos, al educar;
dicho en términos contemporáneos, no escribieron en provecho del mercado ni del sector productivo.


Platón exaltó, con argumentos:


[…] la (i) prudencia que deviene de la ciencia, del saber cierto y verdadero, gracias a ella los dirigentes
estatales conducirían a los ciudadanos por el sendero del bien, la
prudencia se encamina a la sabiduría
no tanto a la erudición sobre un solo saber; (ii) también ponderó al
valor propio de los guerreros que
defienden al Estado por el temor de que acontezca algo indeseable, valor que es distinto a la cobardía
o la brutalidad; (iii) celebró la
templanza que frena las pasiones y placeres, que lleva a una cierta
armonía entre los ciudadanos que mandan y obedecen; (iv) finalmente ensalzó a la
justicia, aquella que
consiste en ocuparse en los propios asuntos, en hacer lo que cada quien tiene que hacer.
(Platón, 2009,
pp. 87-91)


Por su parte, Aristóteles (1979) legó una dificultad extrema y una forma de encararla:


[…] elegir entre extremos, entre el vicio del exceso y el de la carencia, (i) a tal virtud la denominó
phrónesis o prudencia, es propia de los dirigentes estatales que encuentran y eligen el término medio;
por ejemplo, entre quien responde con mucha energía y quien es incapaz de defenderse, o entre ser
adulador y criticar y criticar; (ii) la sabiduría o
sophía es la virtud de quienes se dedican al saber



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científico-filosófico; (iii) la téchne es un modo de ser y valorar productivo acompañado de razones
verdaderas y acciones prácticas.
(Garcés, 2015, p. 144)


Si bien las soft skills se orientan al mercado y la producción, a la téchne, también ofrecen consejos virtuosos,
por ejemplo, ser humilde. A esos consejos es necesario valorarlos a través de las miradas de la sabiduría
platónica: ¿ser humilde es bueno, bello u honesto para provecho del Estado? La sabiduría no es una cosa,
más bien deja vislumbrar una orientación hacia lo que parece la mejor decisión en aspectos vitales
humanos, conduce a encarar miedos y fobias con un derrotero benéfico para que el Estado marche al ideal
de bien: ¿Es bueno, bello y honesto ser humilde con quienes agreden con malevolencia al Estado tratando
de imponer la maldad? La sabiduría guiará el quehacer ciudadano.


La phrónesis o prudencia aristotélica, elegir el término medio, es otra criba para decidir, por ejemplo, entre
tensiones: ¿ser humilde o altivo? ¿Ser optimista o pesimista? ¿Comunicar o guardar silencio? ¿Ser un
jugador de equipo o trabajar solo? Las
soft skills dan demasiadas certezas, tal fortaleza no es “mala”. Debe
valorarse que no admiten la necesidad de evaluar lo circunstancial de la vida humana; la teoría de la
relatividad insinúa que los consejos de las
soft skills encaran tensiones: ¿Ser humilde ante condiciones
humillantes y oprobiosas? Por caso.


Los consejos de las habilidades blandas tampoco valoran la incertidumbre derivada de la teoría cuántica: la
exigencia de reflexionar y pensar ante demandas y su micro-contexto. Es imperioso saber con alguna
precisión cómo o qué es la realidad y más aún qué hacer ante sus necesidades, reconociendo que, por más
que se afane, no habrá certezas absolutas ni definitivas. Una tensión mayúscula deviene de las exigencias
de solidaridad-empatía y eficiencia-productividad, esto es, la tensión entre democracia y las demandas del
mercado. La prudencia no ofrece consejos definitivos; sí abre la necesidad de decidir con sensatez, ante
condiciones inciertas.


Ni Platón ni Aristóteles admitirían una relatividad o incertidumbre absoluta. Platón orientó al Estado en su
conjunto, a todos sus ciudadanos, al ideal de bien, lo bueno, verdadero y bello. Aristóteles aspiró a la
felicidad del Estado y sus ciudadanos. Ninguno de los dos admitirían al ejercicio del mal solo por procurar
mal, por ejemplo. Ambos celebrarían aquello que favoreciera la autonomía estatal, sin menoscabo de las
virtudes ciudadanas ni del futuro de la polis. Ellos enseñaron a dar sentido u orientación a las virtudes sobre
la base del provecho del Estado en su conjunto.


Es necesario reiterar: a los educadores no solo debe preocupar el futuro inmediato: el éxito laboral; es
preciso dotarlos de la
téchne de su profesión, aunque ello sea insuficiente. El Estado requiere que sus
ciudadanos abracen un ideal de bien que los integre en beneficio de todos, o que diluciden cuál es, cómo es
el término medio entre lo existente y lo deseable para ser felices.


Las soft skills deben tener una mirada más amplia, más compleja, necesitan incorporar finalidades
trascendentes: ideal de bien platónico o felicidad aristotélica. Se requieren esclarecer los consejos de las
habilidades blandas con el concurso de aportes filosóficos y del método complejo.


Obsérvese el siguiente caso. Tomás Moro vivió en el Renacimiento (1487-1535), ante la turbulenta Edad
Media; marcó la modernidad con su concepto “utopía”, con la racionalidad para alcanzarla y con una forma
de ser y valorar solidaria
(Moro, 1980). El autor resalta el sentimiento solidario de los utópicos, el respeto
a los ancianos y su apego al trabajo, era inadmisible la holgazanería.


Los consejos de las soft skills se requieren tensar-complejizar con los fines de solidaridad y trabajo racional:

¿Cuándo y cómo ser líder para dirigir al pueblo y cuándo y cómo mandar obedeciendo al pueblo? ¿Cobrar
conciencia de las habilidades personales o cobrar conciencia de las necesidades sociales? Las habilidades
blandas son valiosas si se orientan a una utopía.


Thomas Hobbes es otro filósofo que aportó argumentos para guiar al Estado y sus ciudadanos. Nació en el
reino inglés el año 1587 y murió en 1679. Partió de una axioma: los hombres por naturaleza son iguales, al
serlo pueden desear lo mismo; si así fuera, entrarían en una condición de guerra, al pretender apropiarse
del codiciado bien, lucharían por obtenerlo; para evitar la lucha de todos contra todos es indispensable
suscribir un pacto: crear un Leviatán o Estado que preserve la paz y mantenga a raya a todos los rijosos.



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Para tal fin, escribió Hobbes, todos los firmantes del pacto, siguiendo la ley de naturaleza de buscar la paz,
deben ceder sus derechos al Estado; al hacerlo todos, nadie estaría por encima de los demás, sino en
condiciones de igualdad
(Hobbes, 1987). Sin Leviatán ni la producción ni el comercio prosperan, menos aún
existe paz. Sin el Estado hay guerra de cada uno contra todos, existe continuo temor y peligro de muerte
violenta, de modo que la vida humana es solitaria, pobre, embrutecida y tosca
(Hobbes, 1987).


Las soft skills se avocan más a la eficiencia, a la productividad, a ser creativos. Tales demandas del mercado
y de las empresas son legítimas, solo que son muy difíciles de lograr en condiciones laborales que sean
conflictivas, en las que la lucha se generalice, ya de forma manifiesta, ya soterrada. Firmar un pacto funda
condiciones favorables para la paz y el trabajo armónico. Luego son necesarias otras formas de ser y valorar
humanas: gratitud, complacencia, perdón, equidad, en suma, amar al prójimo como a sí mismo, para evitar
hacerle lo que no se desea para sí.


Por otro lado, Montesquieu (1689-1755) fue un filósofo de la Ilustración. Detalló distintas formas de
gobierno que se asociaban a condiciones naturales y culturales y a ciertas estructuras y resortes
(Montesquieu, 1990). Una de sus extraordinarias aportaciones fue explicar qué entender por ley; una de
sus acepciones es aquella relativa a las prescritas por seres humanos: leyes civiles, políticas e
internacionales. Otra más es que las leyes son relaciones naturales derivadas de la naturaleza de las cosas:
de la divinidad (la Biblia o el Corán, por caso), de la naturaleza (por ejemplo, ley de los gases: relaciones
entre presión, volumen y temperatura) y humanas (su forma de ser y valorar obedece a resortes). Dicho
filósofo concluyó que todo está sujeto a leyes y afirmó que, debido a la naturaleza humana, hombres y
mujeres no siguen las leyes dadas por su naturaleza, puesto que su inteligencia se halla sujeta a errores
(Montesquieu, 1990).


Para explicar las acciones y formas de valorar humanas las ubicó en las formas de gobierno que conoció; así
a cada tipo de gobierno le corresponde una naturaleza (lo que hace ser de una manera, su estructura) y un
resorte (lo que hace obrar). Lo que hace ser es, primordialmente, el número de gobernantes; mientras, los
resortes están constituidos por las pasiones, es decir, “lo que hacer obrar” al ser humano
(Montesquieu,
1990).


A modo de resumen, puede concluirse que las soft skills serían impulsadas con mayor conciencia si quien
las promueve supiere a qué resorte obedecen ¿La virtud democrática? ¿La templanza aristocrática? ¿El
honor monárquico? ¿El miedo despótico? Esto es, las habilidades blandas debieran valorarse conforme a
qué tipo de gobierno es al que obedecen o al que pretenden impulsar. Es necesario insistir, las
soft skills no
son buenas en sí mismas. Lo serán si contribuyen a una forma de gobierno: ¿Liderazgo por el honor
monárquico? ¿Humildad por temor despótico? ¿Creatividad e innovación por amar a la patria o por éxito
laboral personal? ¿Templanza o moderación en beneficio de la aristocracia?


CONCLUSIONES


Los consejos de las soft skills son una oferta que contribuye, de forma individual y colectiva, a la eficiencia y
la solidaridad. El meollo para decidir qué tanto, cuándo y cómo ayudan estriba en valorarlas con soportes
que las fortalezcan o las dejen de lado. Los aportes filosóficos tienen la virtud de descentrar la importancia
del individuo y complejizarla con la exigencia de valorar al ideal de bien, la felicidad, utopía, Leviatán o la
forma de gobierno. Las
soft skills son circunstanciales, relativas a momentos y exigencias que varían en el
tiempo y el espacio. Su empleo también implica incertidumbre: por más que se afane en ellas, la realidad no
se somete totalmente.


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Revista Varela, 21(58), 22-28 | ene-abr 2021 | ISSN: 1810-3413 | Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba 28

L. R. Ibarra | Soft skills, una tendencia de investigación educativa.