Contributions from Psychology and Didactics: emotional development and academic
Yaima Pérez Pérez, yaimap61@gmail.com
Escuela Militar Camilo Cienfuegos, Villa Clara, Cuba
Diana Estela Pérez Chávez, dianaep@uclv.cu
Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas; Santa Clara, Villa Clara, Cuba
DOI: 10.5281/zenodo.10429148
Palabras clave
Desarrollo emocional
Desempeño académico
Adolescentes
Resumen: El artículo tiene como objetivo describir los fundamentos teóricos que sustentan la relación del desarrollo emocional y el desempeño académico en adolescentes. Se hace uso de una metodología descriptiva. La educación debe ser vista y analizada como un proceso multifactorial, los procesos de aprendizaje no pueden ser absolutizados con el logro de metas prestablecidas por la institución docente, si no que van a estar bajo la influencia de situaciones internas o externas de la vida del estudiante. En la investigación se puso en evidencia que existen múltiples proyectos investigativos correlacionales que abordan tanto la esfera emocional como el rendimiento académico. Las líneas investigativas hacen particular referencia a la inteligencia emocional y su influencia en el desempeño académico. Los estudios realizados dejan pautado la relación de lo cognitivo y lo emocional y la trascendencia que posee en el plano educacional.
Keywords
Emotional development
Academic performance
Teenagers
Abstract: The paper aims to describe the theoretical foundations that support the relationship between emotional development and academic performance in adolescents. A descriptive methodology is used. Education must be seen and analysed as a multidimensional and multifactorial process; It will depend at a primary level on students and teachers, until it reaches the organizational level, which is in the hands of the government institutions that direct and structure it. But the learning processes cannot be absolute with the achievement of pre-established goals by the educational institution, if not they will be under the influence of internal or external situations of the student's life. In our research it became clear that there are multiple correlational research projects that address both the emotional sphere and academic performance. Research lines make particular reference to emotional intelligence and its influence on academic performance. The studies carried out leave the relationship between the cognitive and the emotional and the importance it has in the educational field.
Cómo citar:
Pérez, Y. y Pérez, D. (2024). Aportes desde la Psicología y la Didáctica: desarrollo emocional y desempeño académico en adolescentes. Revista Varela, 24(67), 25-32.
Recibido: agosto de 2023, Aceptado: septiembre de 2023,
Publicado: 1 de enero de 2024
Las emociones de los estudiantes son un factor que a menudo pasa desapercibido en el proceso de aprendizaje para la comunidad escolar, sin embargo, es un elemento cuyas funciones son esenciales para dos de los cuatro pilares, o retos, de la educación del presente y futuro. El factor emotivo es “un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo, ya que la autorregulación y conciencia de las emociones son herramientas fundamentales de prevención” (Collell y Escudé, 2003).
Dentro del ámbito educativo, aparecen problemas ante los que los profesionales de la educación no saben contestar de forma efectiva; aislamiento, retraimiento, cambios comportamentales, bajo rendimiento académico. Muchas de las soluciones a estos problemas no son otras que la inclusión del mundo de las emociones dentro del currículo (Gutiérrez y Expósito, 2015).
Se propone, por tanto, que para alcanzar una mayor eficacia y calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, se incorpore el ámbito emocional al conjunto de todas aquellas dimensiones que intervienen en dicho proceso. La razón es que cuando la enseñanza incorpora las emociones, los resultados son muy superiores a aquellos que se obtienen de aquel proceso impersonal y desprovisto de todo lo afectivo (Pacheco, Villagrán, y Guzmán, 2015).
Un estudio realizado sobre la incidencia que pueden llegar a tener las emociones en el ámbito educativo, cuyos resultados aparecen recogidos en Pulido y Herrera (2015), demuestra las relaciones entre emociones y habilidades emocionales
Un estudio realizado por Monserrate y Barcia (2020) sobre el estado emocional en el rendimiento académico concluyen que predomina una visión de que los estados emocionales inciden en el éxito académico del estudiante en cualquier nivel educativo y se propone una educación emocional desde la infancia para el desarrollo de habilidades, destrezas y competencias orientadas a la formación de estudiantes sanos emocionalmente para mejorar la calidad de la educación.
Las emociones no se pueden desligar de la cotidianidad de cada individuo, los comportamientos, la manera en que percibimos el entorno va a tener una fuerte vinculación con el desarrollo emocional. La institución educativa también ejerce influencias sobre este desarrollo y puede promover el logro de habilidades emocionales, que finalmente derivan en el desempeño académico y la formación integral de cada estudiante.
El presente ensayo propone como objetivo determinar el estado del arte que sustentan la relación del desarrollo emocional y el desempeño académico en adolescentes, como condición necesaria para elaborar estrategias que proporcionen el mejoramiento de su aprovechamiento docente.
Desde una perspectiva psicológica el desarrollo humano y el desarrollo emocional están muy vinculados. Muchos científicos creen que las emociones humanas han evolucionado fundamentalmente como un mecanismo de defensa y de supervivencia. Los tiempos modernos han impactado en las emociones y en cierta medida han bloqueado su intento evolutivo (Goleman, 2000).
El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en el año 1990 por los psicólogos Saloney y Mayer, de la Universidad de Harvard y New Hampshire respectivamente. Fue empleado el concepto para describir cualidades emocionales como: empatía, expresión y comprensión de los sentimientos, control del genio, independencia, capacidad de adaptación, simpatía, capacidad para resolver problemas en forma interpersonal, persistencia, cordialidad, amabilidad y respeto (Goleman, 2000). Se podría decir entonces que el desarrollo emocional es una extensión del desarrollo biológico y psíquico de cada individuo, si se tiene en cuenta que cada etapa está definida por características particulares, tanto de orden biológico como psicológico.
Teóricos e investigadores de la psicología histórico-cultural comprenden el desarrollo emocional junto con las demás funciones psíquicas. Esta forma de conocimiento de los procesos psíquicos pone de manifiesto que el hombre sólo puede entenderse en su totalidad como sujeto concreto, que se caracteriza como unidad y síntesis de múltiples relaciones que lo definen. En esta perspectiva, la constitución de las funciones superiores no puede ser pensada de manera aislada, sino como una creciente constitución de unidades que ocurre en el transcurso del desarrollo del hombre, en cuanto ser que vive en un medio social, en determinada cultura y período histórico (Saviani, 2004).
El desarrollo emocional se considera como la habilidad para expresar, reconocer y manejar sus emociones, así como para responder apropiadamente a las emociones de los demás, a partir de:
- Identificar y entender los propios sentimientos.
- Interpretar y comprender el estado emocional de los demás correctamente.
- Gestionar las emociones fuertes y sus expresiones de una manera constructiva.
- Regular el comportamiento propio.
- Desarrollar empatía hacia los demás.
- Establecer y conservar las relaciones con los otros.
La adolescencia supone un tránsito evolutivo de la niñez a la edad adulta, al tiempo que se van produciendo los cambios fisiológicos del organismo que producen la maduración de los órganos sexuales, el adolescente va evolucionando otros aspectos básicos de su persona: el desarrollo del pensamiento, la profundización en su vida interior, el descubrimiento y formación de su identidad y su orientación al mundo de los valores (Moraleda, 1992).
En esa etapa comienzan a desarrollarse las estructuras neuronales que permiten nuevas operaciones formales y éstas necesitan llenarse de contenido. Este contenido pasa a orientarse del mundo exterior al mundo interior, por lo que el adolescente va a observar y analizar los sucesos interiores de una manera más profunda, a través de la “introversión activa “comenzando a concebir también los sucesos interiores presentes en el resto de personas (Moraleda, 1992). Entre estos sucesos interiores las emociones y sentimientos, que serán experimentadas y reflexionadas por el adolescente.
La competencia emocional permite comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales, mientras que una carencia emocional tiende a conllevar tanto problemas personales (construcción de la identidad), relacionales (pocas habilidades de convivencia, autorregulación de las emociones, dificultad para pedir ayuda, etc.), como de salud (ansiedad, estrés, anorexia, entre otras).
La adolescencia es la etapa en la que se redefinen las competencias emocionales, por tanto, es fundamental potenciar su desarrollo, así como inducir al autoanálisis de los sentimientos y emociones que se experimentan, con la finalidad de poderlos conocer y comprender mejor y, además, conocer las propias limitaciones, lo que nos permitirá comprender mejor las de los demás. La comprensión representa el medio y el fin de la comunicación, lo que implica tener una mentalidad abierta y flexible a las situaciones que nos plantea tanto la sociedad como las relaciones humanas.
Durante la adolescencia continua el desarrollo socioemocional, un proceso a través del cual las personas aprenden a entender y manejar sus emociones, marcarse y alcanzar objetivos positivos, sentir y mostrar empatía por otros, establecer relaciones positivas y tomar decisiones de forma responsable.
Schutte et al. (2001) observaron que el desarrollo de las competencias emocionales ayuda al alumnado a tener unas mejores relaciones interpersonales, les permite mejorar la capacidad para percibir y entender sus emociones y las de los demás, y de ahí que se muestren más hábiles a la hora de comunicarse. En los estudios de Fernández y Extremera, (2002) y Mestre (2005) se demuestra como las puntuaciones más elevadas en autoestima, felicidad, salud mental y satisfacción vital y por extensión el rendimiento académico está asociado a altos niveles de desarrollo emocional mientras que
Por su parte, Bisquerra (2003) define la competencia emocional como un conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes, que permiten comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales. En la adolescencia, las competencias emocionales experimentan un gran desarrollo debido al cambio que se experimenta en la capacidad intelectual, pasando del pensamiento operacional concreto a las operaciones formales, lo que supone adquirir una mayor complejidad de pensamiento, por lo que se ven incrementadas las habilidades del procesamiento de la información (Rosenblum y Lewis, 2004).
Rosenblum y Lewis (2004) analizando el desarrollo emocional en la adolescencia, sugieren que en esta etapa evolutiva se han de desarrollar las competencias para:
- Regular las emociones intensas.
- Modular las emociones que fluctúan rápidamente.
- Autocontrolarse de manera independiente.
- Lograr el conocimiento de sus propias emociones y poder atenderlas de manera efectiva, sin que les sobrepasen.
- Comprender las consecuencias sobre sí mismos y los demás de la expresión emocional.
- Transformar el significado de un acontecimiento negativo para que sea menos dañino.
- Separar experiencias emocionales momentáneas de la identidad y reconocer que el “yo” puede permanecer intacto a pesar de las variaciones emocionales.
- Distinguir entre las emociones y los hechos, para evitar razonar en base a las emociones.
- Negociar y mantener relaciones interpersonales en presencia de fuertes emociones.
- Sobrellevar la excitación emocional de las experiencias que despiertan empatía y simpatía.
- Utilizar las habilidades cognitivas para obtener información sobre la naturaleza y fuente de las emociones.
Según los autores Bisquerra y Pérez (2007), las competencias emocionales se estructuran en cinco dimensiones: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, competencias sociales y competencias para la vida y el bienestar. Estas a su vez se subdividen en componentes más concretos. La conciencia emocional es la capacidad para reconocer las propias emociones y la de los demás, incluyendo la habilidad para captar el clima emocional en un contexto determinado.
A lo largo del proceso de socialización es cuando los individuos internalizan qué sentimientos y emociones son apropiados para cada situación y aprenden a expresar y regular su estado afectivo en función de cada contexto social (familiar, relaciones de amistad, entre otros.) en los que interacciona. Estas competencias requieren de un proceso de enseñanza aprendizaje y que es en este periodo de la adolescencia donde más se debe ayudar a desarrollarlas, tanto desde las familias, como en la educación formal con el fin de contribuir a una construcción integral de la personalidad, ya que la competencia emocional es “la capacidad que tiene la persona de actuar eficazmente en un tipo definido de situaciones” (Soriano y Osorio, 2008).
La regulación emocional implica la capacidad para utilizar las emociones de forma adecuada. Supone el tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento; tener buenas estrategias de “afrontamiento”, capacidad para autogenerarse emociones positivas. En la autonomía emocional se incluye un conjunto de características relacionadas con la autogestión emocional, entre las que se encuentran la autoestima, actitud positiva en la vida, responsabilidad, capacidad para analizar críticamente las normas sociales, capacidad para buscar ayuda y recursos, así como la autoeficacia personal.
Las competencias para la vida y el bienestar hacen referencia a la capacidad de adoptar comportamientos apropiados y responsables para la solución de problemas personales, familiares, profesionales y sociales, orientados hacia la mejora del bienestar de vida personal y social. Los conocimientos actuales permiten integrar lo afectivo y lo relacional en un juego de mutuas influencias cuya dinámica explica de manera más adecuada tanto los comportamientos de las personas como sus posibles desajustes. De tal modo, que facilita la comprensión de las dificultades que puedan tener las personas para establecer una conexión entre sus pensamientos y sentimientos, lo que, en muchas ocasiones, deviene en una perpetuación de sus problemas. (Colom y Bennassar, 2009)
La trascendencia del desarrollo emocional en la adolescencia radica en una adecuada comprensión y gestión de sus estados emocionales y estos aportarán una mayor madurez y equilibrio emocional a mediano y largo plazo. Esto también podría ser aprovechado en un plano educativo, si se particulariza en el desempeño académico y la influencia positiva o negativa que ejercen las competencias emocionales sobre el proceso enseñanza aprendizaje.
El rendimiento académico es entendido por Pizarro (2000) como una medida de las capacidades indicativas que manifiestan, en forma estimativa, lo que una persona ha aprendido como consecuencia de un proceso de instrucción o formación. Definiendo el rendimiento académico como la capacidad que da respuesta a estímulos educativos y que es susceptible de ser interpretado según objetivos o propósitos educativos preestablecidos.
El desempeño académico de los alumnos, también denominado logro o rendimiento académico con diferencias que se explican solo por cuestiones semánticas, puesto que en la práctica estos términos se utilizan como sinónimos (Navarro, 2003), es un tema que en los últimos años ha despertado una creciente atención en el ámbito de la educación con aportes teóricos y trabajos empíricos destinados a investigar sus causas (Barahona, 2014).
La definición del desempeño causa controversia porque el éxito académico depende de múltiples objetivos tales como los del docente, los de la institución educativa y los del propio estudiante, entre otros. En otras palabras, la variedad de actores involucrados en los procesos educativos determina que existan diferentes visiones y formas para definir el rendimiento académico. En el mejor de los casos, conceptualizar el rendimiento académico a partir de su evaluación, es necesario considerar no solamente el desempeño individual del estudiante sino la manera como es influido por el grupo de pares, el aula, y, el propio contexto educativo.
Respecto a los múltiples factores que inciden sobre el desempeño académico, Pizarro et al. (2019), señalan que un elemento común de las investigaciones es que todas destacan la característica multicausal del rendimiento académico considerándolo un resultado sintético de los procesos educativos, especialmente el proceso de aprendizaje, en el que convergen efectos de numerosas variables personales, sociales, institucionales y de sus interrelaciones.
Di Gresia y Porto (2004) estudiaron en Colombia la dinámica del desempeño académico de 1993 de estudiantes pertenecientes a la cohorte académica del año 2000 de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de la Plata, durante los dos primeros años de la carrera. Los resultados muestran que los factores que tienen mayor impacto en el desempeño de los estudiantes son: a- Lugar de procedencia de los estudiantes, los que vienen de otras ciudades en comparación con los de la ciudad en donde se encuentra la institución, presentan un menor número de materias aprobadas durante el primer año de la carrera.
Por otro lado, Garbanzo (2017) puntualiza que las investigaciones sobre el desempeño estudiantil permiten conocer un gran número de variables que entran en juego en lo que a calidad y equidad de la educación superior pública se refiere, por lo que aportan importantes elementos que repercuten en la gestión y prestigio institucional.
El desempeño académico del alumno se presenta como síntesis del proceso formativo en el que convergen efectos de numerosas variables. Esto denota, por un lado, que en general se adopta una valoración sintética del rendimiento mediante la cual con uno o pocos indicadores es posible identificar el nivel de aprendizaje alcanzado por el estudiante.
La literatura apunta un amplio abanico de factores, tanto relacionados con el estudiante como con el contexto educativo, que afectan al rendimiento académico de los estudiantes. Así, se señalan, entre otros, los siguientes: la motivación, el estrés académico, las propiedades cognitivas, el género, el nivel de autoconfianza, el apoyo social, el estilo de aprendizaje, las estrategias del aprendizaje, la metodología docente empleada, etc. Sin duda, todos ellos contribuyen, en mayor o menor medida, a la explicación de los diferentes niveles de rendimiento académico de los estudiantes. (Álvarez y Vallelado, 2013)
Las dimensiones del desempeño académico están definidas en tres partes: La primera es el desarrollo de habilidades cognitivas, valorando los contenidos conceptuales adquiridos por los estudiantes; la segunda es el desarrollo de habilidades procedimentales, se refiere a las capacidades con que cuenta el estudiante en procesos de ejecución y resolución de problemas planteados en la asignatura, la tercera es el desarrollo de habilidades actitudinales, esta que indica las intervenciones del estudiante en las actividades para la mejora de la asignatura. (Fuentes, 2022)
En esta revisión se hace énfasis en que el proceso de enseñanza - aprendizaje se ponen en juego las aptitudes del estudiante, ligadas a factores volitivos, afectivos y emocionales, además de la ejercitación para lograr objetivos o propósitos institucionales preestablecidos. En este caso, Albán y Calero (2017) advierten la relevancia de los siguientes factores:
• Las motivaciones: El constructo motivacional puede estudiarse en componentes o dimensiones fundamentales: el motivacional de valor, motivacional de expectativas y el afectivo de la motivación. Todas ellas actúan como incentivador del aprendizaje y regulador del esfuerzo por alcanzar los objetivos, condición que se refleja en el rendimiento.
• El rendimiento es la variable que está relacionada con el proceso de aprendizaje del alumnado en el ámbito académico. Si el rendimiento académico que ha tenido el alumno a lo largo de su vida educativa no ha sido el adecuado, en un futuro el rendimiento obtenido por dicho alumno será bajo incluso llevándolo al fracaso escolar descrito anteriormente.
• Los hábitos de estudio como un factor importante para el desempeño académico, ya que los estudiantes con aptitudes académicas sobresalientes, mejores estrategias y mejores hábitos de estudio tienden a obtener desempeños académicos altos y estudiantes con bajas aptitudes académicas, pero con hábitos de estudio frecuentes, tendieron a obtener resultados similares a los de aquellos con aptitudes altas. Luego, el hábito de estudio se precisa como un factor para el desarrollo o no de problemas y esto repercute directamente en el desempeño favorable o no del estudiante adolescente.
• La percepción de los deberes escolares al considerar que esta es una de las características significativas en el alto rendimiento pues le permite al alumno, discernir y tomar decisiones y manifestar su participación y compromiso voluntarios en las tareas y labores que le corresponden según su contexto, lo que se refleja en el cumplimiento de tareas escolares, el establecimiento de metas personales y desarrollo de actitudes de logro, es decir el cumplimiento de las tareas otorga satisfacción al estudiante que las desarrolla
• La autorregulación insiste en que aquellos que autorregulan su propio aprendizaje, son conscientes cognitiva y motivacionalmente de lo que hacen y de lo que precisan hacer para lograr con éxito sus objetivos, por tanto, presentan un equilibrio positivo entre las creencias que tienen de sí mismos, la tarea o materia de estudio y las razones que explican su implicación.
• El equilibrio entre creencias, razones y emociones o reacciones afectivas permiten tener claridad al plantear las metas y en dedicar tiempo y esfuerzo en alcanzarlas, a pesar de no percibir una autoeficacia muy positiva o no tener una percepción clara y motivadora de los progresos realizados en tareas de aprendizaje previo, mientras que otros pronto deciden no esforzarse o se plantean metas vinculadas a la evitación de su implicación académica.
• La decisión vocacional pues, en un contexto escolar, para lograr realizar sus intereses vocacionales, el estudiante deberá desarrollar determinadas habilidades y capacidades que influyen en su proyección hacia a la actividad de estudio y hacia el aprendizaje, lo cual influye en la definición de las metas, en el esfuerzo por logarlo y en la satisfacción por el proceso.
• Interés de los padres por el aprendizaje en las tareas educativas del alumno hace que éstos tomen conciencia de su labor en el ámbito educativo lo que tendrá una repercusión en su rendimiento escolar, por tanto, el contacto con el centro educativo de sus hijos, creación de un buen ambiente de trabajo en casa, buena utilización del tiempo de ocio, presión sobre los hijos para que realicen actividades de lectura y visitas culturales y ayuda en las tareas escolares.
La bibliografía consultada refiere que el concepto de desempeño académico ha sido discutido por varios autores, sus definiciones pueden ser clasificadas en dos grandes grupos: las que consideran al desempeño /rendimiento como sinónimo de aprovechamiento y las que hacen una clara distinción entre ambos conceptos. Se alega que el rendimiento académico es una consecuencia compleja, es una determinación impuesta por la institución que el docente debe cumplir.
Visto de esta manera se está aceptando que existen factores externos al sujeto, como la calidad de la propuesta del docente, el ambiente de la clase, la familia, la misma institución educativa, entre otros; asimismo, se reconoce que inciden otros factores psicológicos o internos del estudiante como la actitud y aptitud a la asignatura, la inteligencia, personalidad, autoconcepto, motivación, factores que inciden indirecta o directamente sobre los resultados y desempeño de los estudiantes. Los procesos que se llevan a cabo en un entorno escolar, no se limitan a una transferencia de conocimientos, sino que implica un proceso de mayor complejidad, en el que se abarca otros factores internos y externos, que favorecen o empeoran las situaciones generadoras de aprendizajes óptimos, para conseguir resultados favorables en el rendimiento académico.
Una persona que posee habilidades emocionales, frente al fracaso adopta una postura de automotivación y resiliencia que no permite desistir hasta conseguir su objetivo de superar y lograr la meta que se trazó; un contraste muy diferente ocurre con una persona que no tiene regulación de sus emociones y frente adversidades prefiere desistir al objetivo trazado (Hernández, Ortega y Tafur, 2020).
En síntesis, los estudios desarrollados han reconocido que al incorporar las emociones a la enseñanza los resultados académicos son más satisfactorios, pues alcanzan una mayor eficacia y calidad en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Razón por la cual se deben potenciar las competencias emocionales como un elemento ineludible para facilitar el desarrollo curricular del alumno.
Los procesos de aprendizaje son extremadamente complejos en razón de ser el resultado de múltiples causas que se articulan en un solo producto. El desempeño académico debe ser visto como un fenómeno específico, particular y determinado no solo por los componentes cognitivos y biológicos, sino que estará bajo la influencia del elemento emocional.
El desarrollo emocional es un conjunto de competencias personales que estarán determinadas por la evolución, características e influencias que reciba el estudiante; que no se puede desenlazar de las etapas evolutivas prestablecidas, sino que se deben evaluar en correspondencia con las pautas rectoras de cada ciclo evolutivo.
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