Introducción
El aprendizaje de una segunda lengua requiere de un trabajo
constante dentro y fuera del aula por parte del alumno, mientras que, en el
lado opuesto el docente debe de considerar el uso de estrategias, actividades y
factores que intervienen en el aula al momento de enseñar una segunda lengua.
Se le llama segunda lengua al idioma que no es nativo de los aprendices o el
cual no es su lengua materna.
Son varios los factores que intervienen en la
enseñanza-aprendizaje en el aula de una segunda lengua, desde la motivación
intrínseca del alumno, así como las relaciones interpersonales en el aula entre
los alumnos, la misma relación entre alumnos y el docente, el tipo de
actividades que se llevan a cabo dentro de la misma y uno de los factores más
importantes es la inteligencia emocional de los alumnos, pues esta es un motor
necesario en el aprendizaje de una segunda lengua, porque es el que gestiona las
emociones durante la clase. La inteligencia emocional se puede presentar en los
estudiantes de forma positiva, mostrando un constante compromiso y avance en el
aprendizaje, y cuando se presenta de forma negativa se muestra con poco avance
del alumno en el conocimiento de la lengua, así como una muestra de apatía en
el aula que se refleja en la poca participación y entusiasmo durante las
clases.
Considerando las líneas anteriores, este artículo abordará
el tema de la inteligencia emocional en el aula de enseñanza de segunda lengua,
con la finalidad de evidenciar la importancia que tiene en el desarrollo de los
alumnos y cómo ésta tiene un gran impacto en el logro de los objetivos y metas
que se proponen en la clase de Inglés II a nivel licenciatura. Generalmente se
piensa en los procesos de enseñanza aprendizajes basados en los conocimientos
que deben adquirir los alumnos, pero rara vez se menciona o toca el tema de las
emociones y el impacto de estas en el aula.
El concepto o nuevo constructo llamado inteligencia
emocional “se acuña como una forma de inteligencia genuina, basada en aspectos
emocionales que incrementa la capacidad del grupo clásico de inteligencias para
predecir el éxito en diversas áreas vitales” (Extremera y Fernández, 2003, p. 98). Teniendo
en cuenta que el concepto de inteligencia emocional es relativamente nuevo, ya
que tienen sus inicios con alrededor de los años 90s y esta se plantea, como un
acercamiento general que incluye las habilidades específicas necesarias para
comprender, regular y experimentar las emociones de forma más adaptativa. Las
emociones son el impulso del momento, lo que permite que los alumnos sientan
esa inercia que los mueve hacia querer aprender algo y “éstas subyacen a la
dinámica cognitiva del ser humano” (Buitrago, 2021, p.2).
Todo ser humano a lo largo de su vida experimenta emociones
que le permiten madurar e ir formando su carácter, la forma de expresarse, de
comportarse y en la toma de decisiones. Como seres humanos, nuestro cuerpo
habla de forma física al expresar las emociones y es tarea del docente poder
leer esas emociones en el grupo cuando se ingresa al aula, se podría decir que
es parte de nuestra labor como profesores. El poder leer la postura de los
alumnos, sus gestos y sus movimientos, dicen mucho de lo que sucede o han
experimentado los alumnos, son expresiones de emociones, muchas veces
contenidas, por no ser el lugar idónea para expresarlas.
Los diferentes factores que interviene en los procesos de
enseñanza aprendizaje son las cuestiones culturales, la metodología de
enseñanza que emplee el docente, los planes curriculares, las planeaciones, las
evaluaciones, los objetivos y contenidos de los programas. Al respecto, Basualto,
Quintanilla y Rivera (2020) comentan
que “el rol del docente no está enfocado en el factor emocional no por decisión
propia de los docentes, sino que está sujeto a las normas establecida por el
Curriculum” (p. 46). Esto permite ver de una forma clara que los docentes no
pueden enfocar parte de su trabajo en el desarrollo de la inteligencia
emocional de los alumnos, mucho menos incluirla en sus programas y tampoco
evaluarla. De modo que todos los factores anteriores impactan en los espacios
de enseñanza, así como en el aula de Inglés como segunda lengua.
En consecuencia, lograr los objetivos dentro del aula es la
finalidad de un curso, de ahí la importancia de incluir una gran variedad de
estrategias que permitan lograr los objetivos planteados en el curso.
Precisamente este artículo pretende ofrecer un acercamiento teórico al tema,
así como mostrar las experiencias desarrolladas, en especial, las actividades
lúdicas como estrategias didácticas, tienen un impacto de manera positiva en el
proceso de enseñanza aprendizaje del inglés como segunda lengua, en estudiantes
universitarios. Sin olvidar incluir las estrategias didácticas de trabajo
colaborativo y de sensibilización también influyen en los alumnos y contribuyen
a que se involucren de forma natural en su aprendizaje, pero a la vez,
reduciendo la ansiedad que genera el aprendizaje de una lengua.
Una
aproximación teórica a la inteligencia emocional
La inteligencia emocional no es un concepto nuevo, se ha
desarrollado desde diferentes perspectivas desde los inicios de Charles Darwin,
pasando por Thorndike, Wechsler y Salovey y Mayer (Hernández,
2018), todos ellos expresaron sus ideas en
relación a este tema, tal vez no de manera explícita, pero se tenía una idea de
lo que engloba el concepto de inteligencia emocional en el ser humano. Fue
hasta 1990, que Salovey y Mayer utilizaron por primera vez este término, como
una forma de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás
con el fin de dominar el pensamiento y la conducta (Correa,
2021).
La inteligencia emocional refiere a sentimientos y
emociones en el ser humano y estas tienen formas universales de ser expresadas.
Nunca podremos ver a una persona enojada con una cara de felicidad. Estas
formas universales de expresión de los sentimientos y las emociones permiten al
ser humano reconocer en uno mismo y en los demás cómo expresamos las emociones,
de tal manera que cómo seres humanos poderse congraciar con el compañero, el
amigo, el colega, entre otros. Pero para poder lograr el reconocimiento de los
sentimientos y emociones de manera individual y en lo colectivo se requiere de
tener una inteligencia emocional desarrollada. Porque, ¿cómo puedo reconocer el
estrés en otra persona si yo como individuo no lo he vivido? Es precisamente
esta experiencia en las emociones las que permite que cada uno de nosotros como
seres humanos, podamos reconocerlas en los demás.
La inteligencia emocional se debe desarrollar en el ser
humano principalmente en sus primeros años de vida y sobre todo, en los años de
educación básica, esto le dará al infante las armas necesarias para reconocer
sus emociones, como darle solución y lidiar con ellas, para que en el futuro
pueda tener un control sobre de ellas y que éstas no interfieran con su forma
de conducirse dentro de la misma sociedad. De ahí la importancia de reconocer
qué emociones embargan a la persona y pueda gestionarlas y lograr salir delante
de la situación que enfrente, de ahí la importancia de poder lograr una buena
gestión de las emociones que se viven a lo largo de la vida cotidiana. Por
supuesto, estas emociones se viven en lo individual y en lo colectivo. En lo
individual es lo que se percibe desde la misma persona, cómo las detecta y
gestiona, mientras que en lo colectivo se forman a través de un grupo y en el
caso de éstas, pueden variar dentro del mismo grupo.
Jurado
(2009), define la inteligencia emocional como
“la capacidad de controlar, comprender e identificar nuestros sentimientos y
emociones, reconociéndolas en los demás, e implica dirigirlas y equilibrarlas”
(p. 1). Como se puede inferir de las líneas anteriores, el ser humano son
emociones y sentimientos en su totalidad. Como seres humanos expresamos tanto
de manera verbal como de manera física el estado de ánimo en el que se
encuentra la persona en el momento de interactuar con los demás, a través de la
forma en que se gesticula, en cómo el cuerpo expresa en sus movimientos sus
emociones. De modo que, las emociones se definen como a las reacciones que se
reciben del entorno y cómo en éstas intervienen conocimientos previos,
creencias, objetivos personales, percepción del ambiente y por consiguiente,
producir alteraciones intelectuales o emocionales que dirijan las decisiones
que se toman (Bisquerra, 2000).
Para comprender la inteligencia emocional, se tiene que
comenzar desde la definición de dos conceptos que involucran la inteligencia
emocional, estos son las emociones y los sentimientos. Buitrago
(2021, p. 5) propone una definición propia para los
conceptos de emociones y sentimientos; “los sentimientos los define como
estados emocionales perdurables, mientras que las emociones las define como
respuestas inmediatas al entorno”. Un ejemplo de sentimiento es la tristeza, el
que se puede dar por la partida de un ser querido, este puede durar un largo
periodo de tiempo o puede ser corto; mientras que un ejemplo de emociones de
reencontrarse con alguien de manera espontánea, es una emoción que tiene un
impacto en el momento, pero que va disminuyendo en cuestión de minutos. Martínez
(1998, p. 16) dice que “las emociones son sentimientos
intencionales de valor”, es decir, de acuerdo al valor que le da la persona en
esos momentos, es el sentimiento que generará, tal vez para otros no tenga
importancia, pero la persona que vive el momento o experimenta la sensación es
la que le asigna un valor y surge la emoción.
Una de las estrategias que tiene un gran impacto en el aula
de segundas lenguas, son las actividades lúdicas con un fin pedagógico. “Las
estrategias lúdicas constituyen un aliado poderoso para fomentar el aprendizaje
de carácter significativo” (Candela y Benavides, 2020, p. 78), de
manera que lo lúdico de la vida cotidiana, se transfiere a las aulas, generando
una serie de emociones donde el gozo y la alegría permiten un aprendizaje de
forma natural. Lo más importante de la actividad lúdica es, “que propicia el
desarrollo de las aptitudes, las relaciones y el sentido del humor en las
personas y predispone la atención de la persona en motivación para su
aprendizaje” (Candela y Benavides, 2020, p. 78). Lo
lúdico, como estrategia didáctica permite que los alumnos se involucren con
entusiasmo en las actividades planeadas y que su inteligencia emocional se vea
alimentada por emociones que tienen un impacto en los procesos de
enseñanza-aprendizaje. Se entiende la estrategia didáctica como “un conjunto de
acciones que se proyectan y se ponen en marcha de forma ordenada para alcanzar
un determinado propósito” (Tobón, 2010, CITADO en Jiménez
y Robles, 2016). Por lo que lo lúdico se contempla como
una estrategia didáctica.
Las
emociones en el aprendizaje del inglés como segunda lengua
Se ha hablado en líneas anteriores de los factores o
elementos externos que impacta en los procesos de enseñanza aprendizaje en el
aula, como la planeación, los objetivos, las estrategias, entre otros. Del
mismo modo, existen también factores o elementos internos o asociados a los
alumnos que interfieren en los procesos de aprendizaje de los mismos. Todo
proceso de aprendizaje por parte de los alumnos requiere de esfuerzo,
motivación, entrega y sobre todo constancia, más en el caso de una segunda
lengua. Los factores o elementos antes mencionados se encuentran íntimamente
ligados a la inteligencia emocional, pues cada uno de ellos desata emociones y
sentimientos, muchas veces positivos y otras tantas negativos.
A su vez, la motivación y las acciones que la generan, son
direccionadas por las emociones, las cuales ayudan a darle significado a la
actividad. Por tal motivo, es importante el incluir actividades lúdicas, para
que los estudiantes puedan encontrar la motivación a través de este tipo de
estrategias y en la emoción del momento aprender de forma natural, y no bajo la
presión de una clase convencional. Por supuesto que dentro del aula no todo
puede generar emociones positivas, también existen las emociones negativas,
como el tener nerviosismo por presentar un examen, por pasar al frente del aula
o la forma más común, el realizarle una pregunta a un alumno y que tenga temor
de no ofrecer la respuesta correcta, el temor a equivocarse.
Cabe resaltar que “actualmente las nuevas generaciones
tienen poca empatía hacia sus compañeros y en general hacia la sociedad que los
rodea” (Prado,
2023, p. 178). Muchos son los motivos por los que las
nuevas generaciones tienen este tipo de conductas, entre ellas está la
globalización que arrastra consigo problemas de resiliencia, prontitud o
satisfacción inmediata, el ser personas muy activas en redes sociales. Esta
gran diferencia en las nuevas generaciones es en parte porque su inteligencia
emocional no ha sido desarrollada o se ha visto interrumpida, en este caso por
la pandemia. En un estudio realizado por Macías et. al. (2022), en el
cual uno de sus objetivos era conocer y comprender el contexto de los jóvenes
adolescentes de nivel medio superior, encontraron que los jóvenes adolescentes
muestran preocupación por su estado emocional, la necesidad de auto conocerse y
la capacidad de expresar sus emociones y sentimientos de forma correcta dentro
de su entorno.
La tensión de la vida académica universitaria como
estudiantes constituye una gran fuente de ansiedad, generando altos niveles de
estrés que pueden provocar desequilibrios emocionales que pueden llegar a
provocar afecciones de nivel psicológico y por supuesto, repercusiones en su
salud mental que afectará a la larga la salud en lo físico, social y mental. (Alegría
y Sánchez, 2020, p. 20).
Por consiguiente, la vida académica de estudiante, los
efectos de la pandemia, los contextos personales de cada estudiante, aunado a
la presión de la sociedad, está generando una vida de tensión y estrés en los
jóvenes, que repercute en una existencia que debe de seguir, la ideología de
una sociedad, sin tomar en cuenta, cual es el deseo, las emociones y hacia
dónde quieren dirigirse los jóvenes.
Pero, ¿cuál es el impacto de la inteligencia emocional de
los alumnos en el aula de enseñanza de una segunda lengua? Una pregunta fácil
de responder, pero complicada de llevar a cabo la solución idónea. Esto debido
a dentro del aula cada alumno es una historia de vida, con contextos sociales,
económicos, políticos y religiosos que lo redirigen hacia un estado de ánimo en
particular, con ciertas emociones en particular. Y cuando estas emociones van
en torno a situaciones negativas, el proceso cognitivo de aprendizaje se ve
interrumpido. El aprender una segunda lengua requiere de motivación intrínseca
que le permita al alumno comprometerse con su proceso de formación, al rondar
estas emociones negativas, no existe el estímulo necesario para que exista un
compromiso por parte del alumno, por lo tanto, el aprendizaje se ve
interrumpido.
Un espacio que es perfecto para incluir un abanico grande
de actividades didácticas para que fluya la clase, es el aula de segundas
lenguas; en el caso particular de este artículo, es el aula de inglés, donde el
incluir actividades lúdicas, como parte de las estrategias didácticas, para que
la clase fluya y se puedan lograr los objetivos planteados al inicio del curso.
Como docente en la enseñanza del inglés como segunda lengua, surge la duda de
cuáles eran las emociones que sentían los estudiantes al pensar que su
siguiente materia es la clase de inglés. ¿Cuáles son esas emociones que las
embargan, eran positivas o negativas, existía entusiasmo por la clase o es la
obligatoriedad del curso para cubrir el plan curricular del programa educativo?
Precisamente, este trabajo parte de estas grandes
interrogantes, ya que cuando se percibe estrés en los estudiantes, como
docente, se debe de tratar explorar que factores o situaciones se viven en el
aula que afecten los procesos de enseñanza aprendizaje en el aula.
Estrategias
didácticas para el tratamiento de la inteligencia emocional en el aprendizaje
del inglés como segunda lengua
En un programa de licenciatura, en el que la materia de
inglés es del núcleo básico del plan curricular, en el cual se pretende que los
alumnos alcancen un nivel A3, de acuerdo al Marco Común Europeo de Referencia
de las Lenguas, requiere de un abanico de diferentes estrategias para lograr el
objetivo al concluir los 3 semestres del idioma inglés. Este grupo en
particular en el que se basa esta investigación está conformado por alumnos que
tienen un nivel un nivel básico A1 y un intermedio avanzado B2. Lograr un
avance significativo y, sobre todo, que exista la empatía, el apoyo entre ellas
y una conexión emocional que las integre como grupo, requiere de estrategias
didácticas que ayude a mejorar el ambiente emocional en el aula.
Para el docente y el programa educativo, es importante
lograr los objetivos que se presentan en el programa al inicio de semestre,
pero también es importante las emociones en los alumnos. No se pretende hablar
de lo que significa la inteligencia emocional o de cómo desarrollarla en el
aula, pero en el afán de lograr avanzar en el programa y que no todo debe ser
actividad o estrategia educativa formal, se decidió incluir actividades lúdicas
que no les generaran estrés a las alumnas. “Enseñar es una tarea de mediación,
de ser un puente entre los contenidos y los estudiantes” (Nieves,
Ortega y Muñoz, 2023, p. 47), por tal
motivo la tarea de enseñar del docente, debe de darse de forma natural, y qué
mejor que utilizar estrategias didácticas como el juego para lograr los
objetivos de la materia y poder lograr esa mediación entre los contenidos y los
estudiantes.
Pero ¿cómo lograr en un grupo con diferentes niveles un
ambiente sano? Teniendo en cuenta las emociones que expresaron los estudiantes,
dio cuenta de que la tarea era cambiar un poco la dinámica del grupo, llevando
a cabo diferentes estrategias, la primera estrategia didáctica que se empleó es
el trabajo colaborativo y surge de la idea de incluir a los alumnos de niveles
de lengua inglesa más avanzados con sus compañeros para que los guiaran y
algunas veces que entre ellos mismos se explicaran las dudas. Es importante que
los alumnos más avanzados apoyen a sus compañeros menos avanzados, porque esto
invita a la camaradería, a la amistas y a un trabajo colaborativo entre pares;
porque las alumnas menos avanzadas tienen la confianza de preguntar a sus
compañeras y no directamente a la maestra, esto permite una integración y un
nivel de confianza muy importante. Esto genera un ambiente de emociones de
empatía, de confianza y de tranquilidad, en la que el estrés por aprender se
deja de lado. Pues al llevar a cabo una estrategia como lo es el trabajo
colaborativo, les permite resolver las dudas entre pares de estudiantes, les
genera confianza y parte de estas actividades es ayudarles a seguir
desarrollando su inteligencia emocional.
Una segunda estrategia didáctica es la sensibilización
entre los integrantes del grupo y el docente, esta consiste en llegar al aula y
preguntarles cómo están, cómo se sienten, qué tal ha ido su día, cómo van en
sus materias, es decir, saber que estás interesada en ellas, en lo que sienten,
en lo que han vivido a lo largo de su día o semana, resolver dudas. Esto
permite en primer lugar, lograr un ambiente de serenidad en el aula. En segundo
lugar, haces ver a tus alumnos que te importa como su maestra como se sienten,
cómo ha ido su jornada de clases y, por último, crear un lazo de confianza y
compañerismo que permitirá que como docente logres alcanzar tus objetivos.
Aunado a lo anterior, el Modelo Educativo Universitario de la Universidad
Autónoma de Querétaro, sugiere ambientes de enseñanza aprendizaje en los que
reine la armonía, el compañerismo y, ante todo “una educación humanista, la
cual debe ser una forma de ser, y la mejor manera de llevar a la práctica
generar ambientes donde existan los valores para una mejora continua de la
educación” (UAQ, 2018, p. 4).
Una tercera estrategia didáctica es lo lúdico o el juego,
la cual es de suma importancia en la clase de inglés como segunda lengua. El
juego como procedimiento específico lleva a alcanzar el propósito de lo lúdico
que es hacer emanar la diversión, placer y alegría (Díaz, 2006), pero a
la vez, el objetivo de la clase, y no sólo el objetivo académico sino también
el objetivo de la actividad lúdica, la unificación del grupo, la diversión y,
sobre todo, el aprendizaje dentro del aula.
En relación a la primera intervención utilizando la
estrategia didáctica de intervención, se realizó una serie de preguntas en las
que se les cuestionó el cómo se sentían antes de iniciar la clase. El grupo
respondió de diversas formas, algunas de ellas expresaron que sentían ansiedad
por la clase de inglés. Esta ansiedad se reflejaba de manera física, con un
vacío en el pecho, al surgir la duda si podrían resolver las actividades o
ejercicios que se trabajan en el aula. Otras decían que nervios y anticipación,
por lograr los objetivos de la materia y sobre todo, lograr concluirla de
manera satisfactoria con una calificación aprobatoria.
De acuerdo a la rueda de las dimensiones de Plutchik
(2001), se consideran seis emociones básicas,
tales como la admiración, el miedo, el asombro, la pena, el odio, la furia, la
vigilancia y el éxtasis, que son las emociones básicas de las que se desprenden
las demás. Por ejemplo, en el caso de la ansiedad, los nervios y la
anticipación se desprenden de la vigilancia. Esta propuesta de Plutchik
(2001), sugiere que después de todo, “las
emociones es un tipo de proceso homeostático en el cual la conducta media el
progreso hacia un equilibrio de las emociones" (p. 348). Al desarrollar el
ser humano su inteligencia emocional, le permite reconocer que tipo de emoción
está sintiendo y esto le permite poder gestionar sus emociones para lograr el
equilibrio, tanto en sus emociones, así como en los efectos de estas emociones
en lo físico.
La importancia de tener una inteligencia emocional
desarrollada o en un nivel de madurez permite que el ser humano en primer lugar
reconozca esa emoción; segundo, al reconocer la emoción, tratar de darle una
respuesta o solución que le permita gestionarla y, en tercer lugar, gestionando
la emoción se logra llegar a ese equilibrio que permite que siga avanzando y no
quedarse estancado en la emoción que le genera estrés, nervios y ansiedad. La
importancia del reconocimiento, gestión y adaptación de las emociones conlleva
a una habilidad de sentir y expresar las emociones de forma apropiada que
permite alcanzar los objetivos, no sólo en el aula, sino en la vida cotidiana
de los estudiantes, dando solución a las diferentes situaciones que se le
presenten.
Las actividades lúdicas, como estrategias didácticas que se
llevaron a cabo dentro del aula de inglés como segunda lengua fueron dos juegos
mexicanos tradicionales, que se adaptaron a la clase de inglés. La primera
actividad lúdica que se utilizó en el aula fue la lotería mexicana, en la cual
se elaboraron tablas de lotería de 16 imágenes de forma aleatoria y la baraja
contenía los nombres en inglés, con la finalidad de ampliar el vocabulario de
las alumnas. En esta actividad en específico, el juego de lotería fue elaborado
por las alumnas y la maestra, y el cual tuvo una muy buena aceptación en el
grupo, pues no sólo jugaron, sino que se involucraron en la elaboración del
material. Esto permitió que las alumnas tuvieran una apertura al gozo, a la
diversión, a la creatividad y, sobre todo al aprendizaje. Las reglas de la
lotería fueron simples, cada alumna que ganaba recibía una pequeña recompensa,
un dulce, esto las motivaba a poner atención en la pronunciación de las
palabras y poderlas ubicar en sus tablas.
El segundo juego que se utilizó como actividad lúdica fue
le juego de las serpientes y escaleras. Las reglas fueron, por cada vez que se
tiraban los dados en la primera vuelta se tenía que decir un verbo en
infinitivo y su significado en español, en el caso de la segunda vuelta, tenían
que decir un sustantivo y su significado en español. Si les tocaba escalera, se
ganaban un dulce, y si les tocaba serpiente y tenían que descender, se les
pedía que dijeran tres verbos en infinitivo y su significado; si no podían
decir los verbos, por cada uno que no dijeran, perdían un turno en el juego. Y
la que llegara al final de la tabla del juego, es decir, a la casilla cien,
tenía el derecho a escoger cinco dulces. En la tercera vuelta, por cada vez que
tiraban los dados, tenían que decir una frase sencilla, que incluyera un
pronombre, un sustantivo y un adjetivo.
En ambas actividades lúdicas las alumnas mostraron gusto,
alegría, optimismo, confianza y asombro, pues la actividad las invitaba a
recordar el vocabulario que se manejó durante las diferentes clases. También
les ayudó a reconocer la diferencia entre verbos, sustantivos y adjetivos. Este
tipo de actividades con un fin pedagógico, son de suma importancia en el aula
de segunda lengua, pues genera integración del grupo, dinamismo y, sobre todo
una gestión de las emociones, pero lo más importante, genera la confianza en
las alumnas, al ser conscientes que si han aprendido a lo largo del curso. Claro,
no en todas las clases se incluyen actividades lúdicas, pero debe ser una
constante dentro del aula. Es necesario resaltar que la inteligencia emocional
(IE) es el uso inteligente de las emociones: hacer que, intencionalmente, las
emociones trabajen para nosotros, utilizándolas de manera que nos ayuden a
guiar la conducta y los procesos de pensamiento, a fin de alcanzar el bienestar
personal (Vivas, Gallego y González, 2007), y eso es
lo que logra lo lúdico en el aula, ayuda a que los estudiantes alcances los
objetivos, metas y conocimientos planteados en el programa por el docente, pero
también una motivación intrínseca que será parte del motor de las emociones al
cumplir sus metas.
CONCLUSIONES
A manera de conclusión, la inteligencia emocional en
estudiantes de inglés como segunda lengua deben de ser tomada en cuenta, ya que
esta ayuda a dirigir el avance de los estudiantes y también verla como la
motivación intrínseca necesaria para lograr los objetivos. En relación a las
tres estrategias didácticas empleadas en el aula, se deduce que cada una de
ellas juega un papel importante en el aula de segundas lenguas. El trabajo
colaborativo como estrategia didáctica cumple el cometido de integrar al grupo
de manera ordenada, pero con buenos resultados, ya que permite el trabajo entre
pares o estudiantes y el alumno no se siente expuesto al grupo al preguntarle a
un compañero las dudas que tenga.
En segundo lugar, la sensibilización como segunda
estrategia didáctica, permite al docente reconocer cuáles son esas áreas de
oportunidad que se pueden mejorar, y sobre todo, reconocer cómo la inteligencia
emocional impacta en los procesos de enseñanza aprendizaje en los alumnos. Esta
estrategia en particular, permite al docente reconocer las emociones que
experimentan y cómo estas pueden convertirse en el combustible necesario para
lograr los objetivos dentro del aula. A través de una buena gestión de las emociones
dirigidas por las diferentes estrategias didácticas se puede llegar a obtener
un gran avance en los estudiantes.
En tercer lugar, las actividades lúdicas como estrategias
didácticas, permiten momentos de gozo, diversión y aprendizaje, sin el estrés
constante de los que significa el aprendizaje de una segunda lengua, en el caso
de esta investigación el inglés. Aún en las alumnas avanzadas, una clase de
segunda lengua genera estrés o nerviosismo, por tal motivo, es necesario
incluir este tipo de actividades para generar interés y aprendizaje en el
grupo. De manera que el emplear estrategias didácticas en el aula, como son el
trabajo colaborativo, la sensibilización del grupo y las actividades lúdicas,
son excelentes herramientas para integrar al grupo, para lograr los objetivos
y, sobre todo, para lograr un aprendizaje de forma natural.
Tomando en cuenta las líneas anteriores, en cada una de las
estrategias didácticas mencionadas, la inteligencia emocional interviene en
cada una de ellas. Por tal motivo, se puede concluir que la inteligencia
emocional se puede desarrollar dentro del aula de inglés como segunda lengua, a
través de las emociones que se generan con las diferentes actividades lúdicas
llevadas a cabo dentro del aula. La inteligencia emocional es un alumno más
presente en el aula, pero como docentes, tenemos que saber leer, qué emoción o
emociones expresa al momento de comenzar a trabajar en el grupo, y es éstas son
el motor de cada ser humano para lograr sus objetivos.
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