La motivación: elemento dinamizador
en la formación de profesores de educación infantil en contexto colombiano
Motivation: dynamicing element in the training of children's education teachers in the Colombian context
Ana Orfilia Palacios De Mosquera, ana.orfilia@hotmail.com
Universidad Tecnológica del Chocó “Diego Luis Córdoba”, Colombia
https://orcid.org/0009-0001-3445-2211
DOI: 10.5281/zenodo.14862526
Palabras clave
Motivación
Aprendizaje
Formación de profesores
Educación infantil
Resumen: El artículo muestra una sistematización teórica relacionada con la motivación por el aprendizaje, sustentada desde diferentes teorías centradas en el ser humano y sus necesidades. Así, se presentan reflexiones teóricas que, desde la perspectiva psicológica, analizan las bases conceptuales generales acerca de la motivación, como un estado interno relacionado con una necesidad que incita a la persona a la acción y mantiene la conducta. De forma análoga, se aborda el rol de la motivación en el aprendizaje de los estudiantes en el escenario educativo, destacando el uso de metodologías activas y participativas que hagan al alumno reflexionar y utilizar los conocimientos anteriormente aprendidos. Por último, se analiza el papel de la motivación en la formación docente y su importancia en el acto de enseñar a aprender, como agente dinamizador del aprendizaje para aprovechar al máximo las capacidades y /o potencialidades de cada uno de los estudiantes y se particulariza para el caso de la formación docente para la educación infantil en el contexto colombiano.
Keywords
Motivation
Learning
Teacher training
Early Childhood Education
Abstract: The article shows a theoretical systematization related to motivation for learning, supported by different theories focused on human beings and their needs. Thus, theoretical reflections are presented that, from a psychological perspective, analyze the general conceptual bases of motivation, as an internal state related to a need that incites the person to action and maintains behavior. Similarly, the role of motivation in student learning in the educational setting is addressed, highlighting the use of active and participatory methodologies that make the student reflect and use the knowledge previously learned. Finally, the role of motivation in teacher training is analyzed and its importance in the act of teaching to learn, as a dynamic agent of learning to make the most of the capabilities and/or potential of each of the students and is particularized to the case of teacher training for early childhood education in the Colombian context.
Cómo citar:
Palacios, A. (2025). La motivación: elemento dinamizador en la formación de profesores de educación infantil en contexto colombiano. Revista Varela, 25(70):e2025257005.
Recibido: noviembre de
2024, Aceptado: noviembre de
2024, Publicado: 12 de febrero
de 2025
La investigación sobre motivación de los aprendizajes en los estudiantes, puede aportar datos importantes para la labor educativa partiendo desde la consideración más básica de la conducta humana. Es un hecho que la motivación influye en el aprendizaje, hasta el punto de llegar a ser uno de los principales objetivos de los profesores: motivar a sus estudiantes.
Sin embargo, la carencia de motivación es una de las causas que se debe valorar en el fracaso de los estudiantes, especialmente cuando se fundamenta en la distancia establecida entre los actuantes del proceso educativo. Desde esta perspectiva, se puede apreciar que la relación profesor estudiante, en el contexto educativo, se presenta generalmente en forma lejana, y la impersonalidad que se concibe no permite en mucho de los casos centralizar la atención en el sujeto que aprende, sino más bien, la formación tiende a identificar el punto fundamental del aprendizaje en el sistema, entre el profesor y el contenido.
El desarrollo actual de estrategias didácticas y pedagógicas ha hecho que las mismas se conviertan en herramientas importantes y casi imprescindible en el proceso enseñanza y aprendizaje. Esto conlleva a cambios estructurales de diversas características absolutamente inevitables, cuando se trata de poner en marcha propuestas innovadoras en la formación de profesores motivados e interesados en fortalecer la esencia de educadores, enfrentada a numerosos retos y desafíos que satisfagan los nuevos avances del mundo moderno.
De este modo, el docente estará preparado para fomentar estrategias que motiven al estudiante, y a su vez demostrarle entusiasmo, dedicarle tiempo, señalar la importancia de la asignatura, variar los métodos de enseñanza, fomentar la participación en la realización de actividades diversas teniendo en cuenta características personales, intereses, necesidades y expectativas propias de los mismos.
Son variadas y acertadas las perspectivas teóricas, de considerar la existencia conceptual de fuertes bases teóricas que posibilitan la realización de investigaciones en el campo de las motivaciones por el aprendizaje en los estudiantes que contribuyan a la formación de profesores. Precisamente este artículo pretende analizar cuestiones generales que en el orden teórico pueden sustentar la implementación de nuevas estrategias didácticas que motiven el aprendizaje en los estudiantes en los programas de formación de profesores, en especial en la Educación Infantil.
La psicología utilizó por primera vez el concepto en 1920, haciendo referencia a un hipotético evento interno que no se podía observar directamente, pero vinculado teórica y empíricamente a eventos externos observables (Palmero et al., 2008). Al respecto, Márquez (2021) considera la motivación, como algo que energiza la conducta, es decir como un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta.
Asimismo, la motivación es un término ampliamente usado para explicar el inicio, la dirección, la intensidad y la persistencia de la conducta dirigida hacia un objetivo. A su vez, puede utilizarse también para explicar diferencias en la intensidad de la conducta; las conductas más intensas pueden considerarse resultado de los más elevados niveles de motivación; así mismo, “para indicar la dirección selectiva de una conducta” (Palmero et al., 2008, p. 10).
La motivación es considerada como como el conjunto de mecanismos biológicos y psicológicos que impulsan la acción y la orientación para acercarse a una meta, inducido por la interacción de factores internos y externos; el interés por una actividad es despertado por una necesidad, la cual, es un mecanismo que incita a la persona a la acción y que puede ser de origen fisiológico o psicológico.
El campo de la motivación estuvo dominado por las perspectivas biológicas influidas por los estudios de Darwin (1809 – 1882) sobre la evolución, en los que aparece el concepto de instinto para explicar la adaptación de las especies a los diferentes contextos a fin de sobrevivir; a este pensamiento se adhirieron científicos de renombre como William James (1842 – 1910), con su teoría motivacional del instinto y sus estudios con animales que buscaban identificar los impulsos adaptativos para actuar y los reflejos implicados (Duran, 2023). También lo hizo, el investigador William MacDougall (1871 – 1938), con su teoría del instinto genéticamente heredado y única causa de la conducta, la cual fue ampliamente discutida al experimentar dificultades pese, como cuando demostró que no existe explicación lógica desde lo biológico al no evidenciarse unicidad en la respuesta de los sujetos en laboratorio, sino respuestas diversas que echaban por el suelo la posibilidad de un instinto compartido por la especie (Duran, 2023).
Por otra parte, desde la perspectiva humanista Maslow (1943), citado por Sergueyevna, y Mosher (2013), ideó una ayuda visual para explicar su teoría, que llamó «jerarquía de necesidades», consistente en una pirámide que contiene las necesidades humanas, psicológicas y físicas subiendo escalón a escalón por la pirámide, se llega a la autorrealización (ver figura 1).
Figura 1
La pirámide de necesidades humanas de Maslow
Nota: Tomada de Sergueyevna, y Mosher (2013, p.7)
En la base de la pirámide se encuentran las «necesidades básicas» o «necesidades fisiológicas», que incluyen la alimentación (comer y beber), la respiración, la eliminación (orinar, defecar, sudar, entre otros), el descanso y el sueño y, en general, el mantenimiento involuntario e instintivo de las funciones corporales que hacen posible la vida.
El siguiente nivel es el de las «necesidades de seguridad y protección»: seguridad, orden y estabilidad. Estos dos primeros escalones son importantes para la supervivencia de la persona. Una vez que los individuos tienen satisfecha su nutrición, cobijo y seguridad vital, tratan de satisfacer otras necesidades. El tercer nivel es el de «necesidad de amor y pertenencia», compuesto por necesidades psicológicas; cuando los seres humanos han cuidado de sí mismos físicamente, están listos para compartirse a sí mismos con otros.
El cuarto nivel se alcanza cuando los individuos se sienten cómodos con lo que han conseguido; este es el nivel de «necesidad de estima», que incluye el éxito y el estatus, fundamentalmente en la percepción propia (autoestima), aunque también en la percepción que los demás le transmiten (heteroestima). La cima de la pirámide es la necesidad de autorrealización, y se supera cuando se alcanza un estado de armonía como aquella facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad.
Sin embargo, García (2015) considera que en la pirámide de Maslow se reconocen únicamente aquellas necesidades no satisfechas que generan una alteración en la conducta, ya que una necesidad suplida no genera por sí misma ningún efecto. Otro principio fundamental de su teoría es el que sugiere que las únicas necesidades que nacen con el individuo son las de la base, es decir, las necesidades fisiológicas, y las demás surgen a partir de estas necesidades una vez que ya han sido suplidas.
La tesis central de la pirámide de las necesidades, que ha tenido aplicación en diversos campos incluso más allá de la psicología, expresa que los seres humanos tienen necesidades estructuradas en diferentes estratos, de tal modo que las necesidades secundarias o superiores van surgiendo a medida que se van satisfaciendo las más básicas.
La aplicación de las teorías de Maslow en la psicología laboral buscaba afianzar la estima de los trabajadores, ayudarlos a crecer, a auto realizarse y a innovar en la empresa. Este autor escribió extensamente sobre el tema, tomando prestadas ideas de otros psicólogos y añadiendo su propia aportación de forma significativa, destacando, además de los conceptos de jerarquía de necesidades y autorrealización, los de meta necesidades, meta motivación y experiencias sublimes.
Los aspectos teóricos analizados en el epígrafe anterior, resultan esenciales para comprender el rol de la motivación en el aprendizaje en los estudiantes, por cuanto considera que la meta educativa más importante para los estudiantes, es aprender de acuerdo a sus capacidades y al nivel en que sus necesidades se ajusten, siendo así que su teoría aborda también cuestiones como las del orden como fuente de la afectividad en el aula, motivar de manera individual a los estudiantes, es responsabilidad de maestros, incluyendo medios, estrategias didácticas y pedagógicas en los programas de enseñanza y de alcanzar que el estudiante tome interés y permita alcanzar la medición de los niveles de motivación entre ellos:
La mayoría de los especialistas definen la motivación como un conjunto de procesos implicados en la activación, dirección y persistencia de la conducta. Si se centra en el contexto escolar, la motivación se relaciona con las actitudes, percepciones y expectativas que tengan los estudiantes en cuanto a la tarea, así mismo y las metas que pretendan alcanzar, involucrándose paralelamente en el contexto en el que se encuentre.
Para el psicólogo y pedagogo canadiense Bandura (1953), citado por Regader (2015), la personalidad se forja a partir de la interacción de tres factores: el ambiente, el comportamiento y los procesos psicológicos internos de la persona. Y dentro de estos procesos psicológicos se encuentra la motivación. Según este autor, cuando la persona aprende se ponen en marcha cuatro mecanismos:
1. Atención: la capacidad de atender lo que se está aprendiendo.
2. Retención: habilidad para recordar lo que se ha aprendido.
3. Reproducción: capacidad para reproducir lo que se ha aprendido a comporta miento.
4. Motivación: que es la necesaria para que la persona imite el comportamiento que ha aprendido.
Es decir, hasta el punto de la motivación no hay un comportamiento generado, es necesario que la persona encuentre razones (esté motivado) para que imite lo que ha aprendido.
Con respecto a la motivación y aprendizaje aplicado a la educación, desde un punto de vista el autor referenciado tiene claro que las consecuencias de la conducta (refuerzos y castigos), ejercen influencia para aumentar o disminuir ciertas conductas.
Sin embargo, el aprendizaje no puede ocurrir a menos que los procesos cognitivos estén implicados; es decir, hay un proceso de pensamiento antes de la imitación lo que estamos viviendo en la actualidad, es casualmente el reflejo de este tipo de aprendizaje que copia o imita a modelos que en la mayoría de los casos no son los adecuados, incluso los padres de familia en mucho de los casos, trasmiten mensajes errados o incorrecto a sus hijos, de manera que corresponde a los docentes ofrecer un testimonio creíble para los niños y jóvenes que se tiene.
Para Fernández (2020), el aprendizaje y el grado en que los alumnos se interesan y se esfuerzan en aprender, es algo que se produce en un contexto, los profesores, al definir objetivos de aprendizaje, presentar información, proponer tareas, responder a las demandas de los alumnos, evaluar el aprendizaje de estos datos y ejercer el control y la autoridad, crean entornos de aprendizaje que afectan no solo el aprendizaje, sino también la motivación.
En este sentido, si se centra en la motivación académica, se pueden diferenciar tres dimensiones:
En este orden, es interesante tener en cuenta algunas fundamentaciones teóricas propuestas por Garrote et. al. (2016) como factores influyentes en motivación y estrategias de aprendizaje de los estudiantes universitarios, de manera que a partir de 1960 cuando se dejan atrás los modelos de aprendizaje conocidos como “de caja negra”, donde se daba importancia a las variables de entrada y salida, es decir, la enseñanza y el rendimiento, sin tenerse en cuenta los procesos que se dan en el sujeto.
Mendoza et. al. (2019), teniendo en cuenta los aportes como las teorías cognitivas que se centran en el alumno como procesador activo, considera que es más rentable hacer hincapié en la mejora de los procesos y estructuras de pensamiento que hacerlo en las variables externas al sujeto; de ahí que aparece un interés relacionado con el aprendizaje y el rendimiento de procesos internos como son la afectividad y la motivación. Esta visión, profundiza en los procesos mentales superiores como la atención, la memoria, el pensamiento y el lenguaje, que no son observables, lo que implica en el estudiante un proceso de adquisición y reorganización de las estructuras cognitivas de manera constante (Garrote et al., 2016).
Desde esta visión, se ve la necesidad de enseñar a los estudiantes explícitamente en habilidades cognitivas y metacognitivas para que obtengan autonomía en sus procesos de aprendizaje. Por tanto, el alumno pasa de reproductor de la información a sujeto activo en su aprendizaje a través del procesamiento de la información que dependen de los procesos internos que lleva a cabo debiéndose utilizar metodologías activas y participativas donde el protagonista sea el alumno en vez del profesor.
Por todo lo planteado, en el diseño del proceso de enseñanza aprendizaje se deben tener en cuenta: los conocimientos previos, así como las expectativas y motivos, para así programar los objetivos dirigidos a promover el aprendizaje. Para ello, el docente debe motivar al alumnado, resaltando la relevancia de la materia y su repercusión para que así traslade al alumno el interés por la misma.
Los aportes de Vygotsky (1979) citado por Garrote, et al. (2016), sostienen que la adquisición del conocimiento debe realizarse con el apoyo del maestro y otros mediadores educativos. Esta teoría reconoce que para que se produzca el aprendizaje existen dos niveles el nivel de desarrollo actual y el nivel de desarrollo potencial; el primero hace referencia a los ciclos evolutivos, se caracteriza por aquello que el alumno es capaz de llevar a cabo por sí solo, de forma autónoma y sin ayuda exterior. El nivel de desarrollo potencial se refiere a lo que el sujeto es capaz de conseguir con ayuda de otras personas o elementos mediadores. La diferencia entre ambos niveles forma la zona de desarrollo potencial, se sostiene que el docente debe provocar en sus alumnos continuos conflictos o disonancias cognitivas que deben llevarse a cabo dentro de la “zona de desajuste óptimo”, donde la nueva información recibida tenga la dificultad suficiente para que el alumno supere el conflicto cognitivo y se enfatiza en el contexto social como medio para el desarrollo del aprendizaje.
Por otra parte, Ausubel, citado por Rojas (2019), defiende el término de aprendizaje significativo y considera que para lograr el mismo se deben establecer los inclusores, que son entidades específicas en la estructura cognitiva que permiten el aprendizaje de nuevos elementos. De ahí, que los materiales deben estar bien organizados para que se produzca el establecimiento de relaciones con el conocimiento previo del alumno, así como se han de poner en práctica metodologías activas y participativas en las clases, que hagan al alumno reflexionar y usar los conocimientos anteriormente aprendidos; igualmente la evaluación debe evitar la reproducción literal de los conceptos y llevarse a cabo mediante la reactivación, reflexión y puesta en práctica de los conocimientos adquiridos para poder resolver las tareas que se soliciten.
Es preciso insistir, que en el proceso de enseñanza aprendizaje influyen tanto los factores personales como los socioambientales y los propios de cada estudiante, formándose un complejo sistema interactivo (Navaridas, 2002). Es de destacar que los padres son una vía de ayuda para que los estudiantes aprendan y se ha demostrado que el nivel educativo de los estos está relacionado con el rendimiento académico de los hijos, mientras mayor número de años de educación de los padres, mayor es el tiempo dedicado al estudiante, así como la calidad de la supervisión al mismo, por ello es el centro del proceso de educación de sus hijos y cumplen con la responsabilidad de cuidar y guiar a sus hijos (Rojas, 2019).
Desde el punto de vista de la organización y ejecución del proceso, juegan un papel fundamental las estrategias de aprendizaje, las que implican no solo un cambio estructural, sino también un enfoque diferente de la docencia, para incidir de manera positiva en el proceso; entre las estrategias de aprendizaje se destacan: las estrategias cognitivas (repaso, elaboración y organización de la información entre otras), las estrategias metacognitivas (planificación, control, regulación de las actividades realizadas y otras) y las estrategias de regulación de recursos (organización del tiempo, el ambiente de estudio, regulación del esfuerzo, aprendizaje con pares , búsqueda de ayuda, entre otros) (Herrera y Lorenzo, 2009).
En virtud de lo anterior, la pieza clave en la innovación docente radica, en desplazar su punto de gravedad desde el énfasis en la enseñanza hacia la prioridad del aprendizaje, de este modo, la función principal del profesor es posibilitar, facilitar y guiar al alumno para que pueda acceder intelectualmente a los contenidos y prácticas profesionales de una determinada disciplina; esto requiere de un sistema de aprendizaje autónomo y tutorizado, que facilite al alumno llegar a construir el conocimiento e interpretar de forma significativa el mundo que le rodea (Herrera y Lorenzo, 2009).
El empleo de las estrategias de aprendizaje, permitirán a que el alumno aprenda a aprender, descubriendo un ambiente que propicie el incremento de su autonomía personal y fomente el pensamiento crítico y la reflexión sobre su proceso de aprendizaje. Asimismo, el profesorado debe emplear estrategias didácticas que faciliten a los alumnos aprender a hacer y aprender de forma cooperativa junto a sus iguales.
Estrechamente relacionados con lo anterior, los estilos de aprendizaje suponen la personalización o el uso preferencial de unas determinadas estrategias de aprendizaje sobre otras. Como afirma Stembertg (1990), citado por Herrera y Lorenzo (2009), supone el lazo de unión entre la inteligencia y la personalidad, que quedará modelado por la forma determinada, por el estilo cognitivo, en que cada individuo organice y procese en su interior la información).
En lo relativo al componente motivacional del aprendizaje, Alonso, (1995) citado por Herrera y Lorenzo (2009), destaca el importante papel en la forma de pensar y, por tanto, en el aprendizaje, por lo que un alumno con una alta motivación intrínseca, selecciona y realiza las actividades por el interés y curiosidad que estas le provocan, además, la motivación de los alumnos define su valoración e implicación en las tareas y actividades de aprendizaje, sus sentimientos o creencias de autoeficacia, su control sobre el aprendizaje y su nivel de ansiedad.
De este modo, la literatura científica señala la necesidad de analizar y desarrollar las estrategias de aprendizaje de los estudiantes, así como de diseñar e implementar programas para acrecentar la motivación de los estudiantes y la autorregulación durante el aprendizaje, lo cual mejora la toma de conciencia y control sobre lo que se va a aprender, cómo se va a aprender e incrementa la calidad del aprendizaje y el rendimiento académico.
En resumen, es importante tener en cuenta la forma en que se relaciona el estudiante con el conocimiento, de manera que se enmarque a sus intereses, experiencias expectativas y necesidades comprometiéndole, así como a lo intelectual y emocional, poniendo en juego todas sus capacidades cognitivas, sin ser obligando a que se dedique a memorizar la información de los libros o los apuntes con la intención de obtener "buenas calificaciones" y acreditar la materia.
Por lo expuesto en los epígrafes anteriores, queda demostrado la importancia del papel del docente en el acto de enseñar a aprender, como agente dinamizador del aprendizaje significativo, al generar nuevas estrategias didácticas y pedagógicas que aprovechen al máximo las capacidades y /o potencialidades de cada uno de los estudiantes, para que el aprendizaje sea placentero y perdure en el tiempo y de esta forma , fluya en él, la seguridad y crecimiento personal y social acorde a las tendencias actuales de la educación.
Atendiendo a lo planteado, la formación de los profesores es esencial para lograr los resultados esperados en los estudiantes que han quedado reflejados en los apartados anteriores. Precisamente en este epígrafe se abordará lo relacionado con la formación docente para el caso particular de la educación infantil en el contexto colombiano.
La formación docente en Educación Infantil, engloba todas las políticas y procedimientos, enfocados en preparar a los profesores para que puedan adquirir los conocimientos, aptitudes, actitudes y habilidades necesarios para desarrollar de manera eficaz su labor en el aula y la comunidad escolar, de tal manera que pueda ser revestido de múltiples cualidades en marcadas en principios y valores como:
· Empatía
· Creatividad
· Organización
· Mantener la calma
· Fomentar el Humor
· Entusiasmo por los niños
· Pasión por la educación de los más pequeños y que trascienda más allá que el disfrute de su compañía
· Trasmitir confianza
· Saber escucharlos, entre otros
Bajo esta tendencia, se reflexionará acerca de la formación del docente en Educación Infantil y que, por supuesto, han dado aportes significativos a la educación en sus distintas dimensiones, de manera que, desde aquí, se problematiza su formación y se visibilizan algunas tendencias y concepciones sobre el educador infantil.
Desde esta perspectiva, es fundamental comprender que la profesión de maestros en Educación Infantil ha tomado distintos aportes de disciplinas como la psicología, la sociología, la pedagogía, entre otras. Con base en este panorama, los conocimientos que debe desarrollar un profesional de este campo, se fundamentaron en el desarrollo, la evaluación curricular y algunas nociones y habilidades de la puericultura, la higiene y la nutrición infantil, además de la expresión plástica, musical y dinámica. Igualmente, se reconoce la formación didáctica en áreas específicas de conocimiento, como lenguaje, matemáticas, ciencias sociales y ciencias naturales, para adecuar la enseñanza de estas a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en síntesis, una formación en una línea científico-práctica, capaz de relacionarse con los niños, pero también con las familias de los mismos.
La discusión de los conocimientos profesionales en la formación del maestro, está atravesada por los diferentes niveles de formación que la caracterizan, como el técnico y el universitario, que tienen grados de complejidad diferenciados frente a los conocimientos que se construyen en cada modalidad, de la misma manera, en el nivel universitario existen distintas nominaciones que enfocan sus estudios en determinada población de niños, como es el caso del preescolar u otros programas que especifican el trabajo con los niños, desde su nacimiento hasta los tres años, tendencias que se han implementado tanto en Europa como en América Latina.
En la actualidad, el debate ha sido superado y la formación plantea la educación de los niños desde el nacimiento hasta los seis años, extendiendo su práctica a contextos diversos y promoviendo acciones desde una perspectiva interdisciplinar que propicie el desarrollo de proyectos en la comunidad, en beneficio de la infancia.
De acuerdo con el conocimiento profesional del maestro de educación infantil, Losada y Gutiérrez (2015), sugieren que la formación de profesores debe contemplar el incremento de un conocimiento profesional basado en cuatro componentes;
· El primero, el conocimiento psicopedagógico, relacionado con las teorías, principios y estrategias sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje como pueden ser teorías evolutivas y del desarrollo, paradigmas educativos, planificación y diseño curricular, historia y filosofía de la educación, aspectos legales sobre el sistema educativo.
· El segundo se refiere al conocimiento del contenido, que forma parte de los conceptos, principios y valores relacionados con la disciplina, así como su epistemología.
· El tercero es el conocimiento didáctico del contenido, que corresponde a las herramientas para hacer comprensible el contenido disciplinar.
· Y, finalmente, el conocimiento del contexto, que corresponde a la dimensión ecológica del proceso de enseñanza/ aprendizaje, dado que es necesario que el maestro reconozca el escenario donde se encuentra, su cultura escolar y la diversidad de la población con la que trabaja.
A partir de estos componentes se evidencia un interés por determinar el conocimiento profesional del educador infantil, aunque no se especifica sobre la disciplina que orienta los conocimientos del docente. Asimismo, tal como se ha precisado en estudios anteriores, acá también se otorga una alta valoración a la interdisciplinariedad, en este caso, orientada por la didáctica específica para la Educación Infantil.
En Colombia, estas discusiones han sido trabajadas especialmente por Fandiño (2008), quien plantea que el principio pedagógico que constituye la formación de los maestros para la educación infantil es la escuela activa, especialmente en pedagogos como Montessori y Decroly, autores que, a la vez, han retomado los postulados de Froebel, considerado como el primer pedagogo de la Educación Infantil. Así, la influencia europea en Colombia marcó unas prácticas y una formación específica en la formación de maestros, además las distintas maneras de denominar este oficio y el tiempo destinado a la formación.
Adicionalmente, se plantearon nuevas miradas del desarrollo del niño, por ejemplo, desde los planteamientos sobre las inteligencias múltiples de Gardner, con sus proyectos Spectrum y Zero, y demás perspectivas, como las ciencias cognitivas fueron explicando el desarrollo del pensamiento infantil (Gallego, 2010). Todo esto obliga a replantear la mirada sobre el niño y la niña7.
Esta panorámica muestra la trayectoria y el tránsito que tuvo el programa de la Universidad Pedagógica Nacional en Colombia que, frente a los nuevos conocimientos sobre las necesidades de la educación de la infancia y los estudios sobre pedagogía infantil, y contribuyó a plantear una reestructuración académica a partir de la revisión del componente pedagógico, didáctico y la práctica en la formación del educador infantil, además de la discusión sobre el preescolar, que comprendía las edades desde los cero a seis años.
Así pues, la pedagogía infantil (que va más allá del preescolar) centra su trabajo en los niños y las niñas de cero a ocho años, y busca la flexibilización de los primeros grados de primaria, creando un puente entre el preescolar y la primaria. Este tipo de trabajo pedagógico requiere, en la formación de sus profesionales, que se comprenda al niño en sus primeras etapas de desarrollo y en los primeros grados de la básica primaria. De esta manera, se forma al educador infantil en pedagogía y didáctica, en desarrollo humano y en educación y sociedad. También, se incluyen áreas como los ambientes de formación lingüística y comunicativa, el ambiente de formación disciplinar y la formación científica e investigativa.
Los anteriores estudios demuestran una preocupación permanente por definir el conocimiento profesional de los educadores infantiles, se reconoce la ausencia de una disciplina que oriente un conocimiento específico de estos profesionales, pero también se evidencia el carácter interdisciplinar que constituye los saberes de esta profesión, los cuales pueden ser construidos en diferentes escenarios y contextos. Así, se reconoce el aporte de diversas disciplinas que han estudiado la infancia, dado que, según lo expuesto, se constituye en el objeto de estudio de la educación infantil y, con ello, cada uno de los conocimientos y las teorías que así mismo la estudian, además, el conocimiento de este profesional se ha constituido a partir de unos procesos históricos y sociales, en donde los estudios y los discursos en torno a la infancia han transformado la formación de profesionales.
La evidencia histórica, según lo explorado, muestra que poco a poco estas prácticas y saberes se institucionalizan y responden a exigencias políticas y sociales, dicho de otra manera, se enuncia una influencia marcada de modelos pedagógicos europeos, aunque también de la psicología, especialmente en su propósito de examinar el desarrollo del niño, se reconoce la pedagogía como saber fundante de la formación de maestros, lugar posible para interrogar a otras disciplinas como la sociología, la psicología, la antropología u otras, que fundamentan y orientan la función del maestro en la escuela y en la sociedad.
Finalmente, estos estudios retoman de manera general o específica algunas propuestas de formación para determinar qué elementos se deben tener en cuenta para la constitución del conocimiento profesional, de ahí se evidencia la diversidad de nominaciones que han tenido los programas académicos y los debates relacionados con la preescolarización y la escolarización de la educación para la infancia, este panorama también deja ver que la Educación Infantil, reconoce los procesos de desarrollo del niño y que, aunque esta ha tenido en cuenta distintas didácticas, la finalidad no se encuentra en la escolarización, sino en la potenciación de los aprendizajes de los niños a través del juego, la lúdica , la literatura y las artes, entre otros aspectos.
En resumen, la motivación constituye la base fundamental en el rendimiento exitoso de los estudiantes de educación y permite mejorar la calidad de la educación, por su contribución a superar deficiencias cognitivas, sociales, psicológicas y pedagógicas de los estudiantes.
Por otro lado, la motivación influye en la percepción para lograr lo que se quiere, ya sea en actividades académicas, profesionales o actitudinales, en las metas que se quieren alcanzar en el contexto de aprendizaje y además de ello, logra aceptar todos los factores positivos o negativos de acuerdo a las estrategias que se utilicen en el proceso educativo.
Es importante resaltar, que desde el punto de vista científico, la determinación y desarrollo de estrategias didácticas y pedagógicas para la motivación del aprendizaje y las consideraciones en cuanto a la evaluación de los niveles de motivación de los estudiantes, se enfoca a partir del diagnóstico metodológico que resulte lo más apropiado posible con el propósito de construir estrategias documentadas y consultadas que aborden el interés, la participación, y el desarrollo de las competencias básicas de quienes participan del programa de formación, de tal forma, se encauce un proceso coherente y exhaustivo en los estudiantes.
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