Revista Varela, ISSN: 1810-3413 RNPS: 2038
Vol. (19), No. (53), art (02), pp. (165-180), mayo-agosto, 2019
Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas,
Carretera a Camajuani km 5,5. Santa Clara, Villa Clara, Cuba. CP 54830
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MODELS OF EDUCATION FOR PEACE AND SCHOOL
Susana R. Arteaga González sartearga@uclv.cu
Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular Consultante. Departamento Marxismo
Leninismo Historia. Facultad Educación Media. Universidad Central “Marta Abreu” de Las
Villas. Santa Clara. Villa Clara. Cuba. ORCID: 0000-0001-5899-0404.
Noevia Torres Díaz ntdiaz@uclv.cu
Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Departamento Educación Artística. Facultad
Educación Infantil. Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Santa Clara. Villa Clara.
Cuba. ORCID: 0000-0001-5899-0404.
Norcaby Pérez Gómez nperezg@ucf.edu.cu
Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Auxiliar. Facultad Humanidades. Departamento
Historia. Universidad “Carlos Rafael Rodríguez”. Cienfuegos. Cuba. ORCID: 0000-0001-6085-
1649.
Este trabajo fundamenta los antecedentes teóricos que sustentan la práctica a favor de la
Educación para la Paz como forma particular de educación en valores sobre la base de crear un
ambiente escolar donde el valor funcione que aporte un modelo de Educación para la Paz, en un
ambiente de respeto, tolerancia, asertividad. A partir del método dialéctico materialista se emplea
el análisis documental así como el método Analítico-Sintético consustancial a todo proceso
investigativo en una constante composición y recomposición de las ideas, para la sistematización
de las relaciones, interacciones y generalizaciones acerca de los rasgos, principios y modelos de
Educación para la Paz en diferentes contextos, valorando la proyección humanista integradora
que involucre todos los agentes en el proceso de transformación y promoción, desde una
perspectiva mundial, ciudadana, holística, orientado hacia la convivencia, la comunicación
Recibido: 8 de enero de 2019
Aprobado: 5 de abril de 2019 165
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combinando la educación, la ciencia, la cultura y la comunidad en un mismo ámbito de acción en
el contexto cubano, que favorezcan las relaciones humanas, la convivencia pacífica, el valor del
compromiso cívico en una triple armonía del ser humano consigo mismo, con los demás y con el
medio ambiente.
This study is based on the theoretical background that sustains the practice in favor of Education
for Peace as a particular form of education in values. Its main goal is to create a school
environmentwhere the value contributes to develop a model of Education for Peace. The
documentary analysis method was used as well as the Analytical-Synthetic, for the
systematization of relationships, interactions and generalizations about features, principles and
Education for Peace models in different contexts. This model enhanced human relations,
peaceful coexistence, the value of civic commitment in a triple harmony of the human being with
himself, with others and with the environment.
Educación para la paz, rasgos, modelos.
Education of peace, features, models.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) y países con problemas de conflictos, a partir de la
participación social, han desarrollado estrategias dirigidas a la resolución pacífica de problemas
y la utilización de métodos no violentos. Los investigadores Ortega (1998); Newell (2003);
Muñoz (2003); Krug (2003); Avellanosa (2003) y Tinoco (2004) han realizado acciones para
contrarrestar la violencia y su prevención en las relaciones de género en comunidades, personas
y escuelas.
En la Educación para la Paz resultan esenciales las primeras formulaciones de los derechos
humanos y su Declaración Universal después de la Segunda Guerra Mundial. Roque y Viciedo
los consideran como expresión de valores humanos inherentes a las personas por su naturaleza
Recibido: 8 de enero de 2019
Aprobado: 5 de abril de 2019 166
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humana, indispensables para el disfrute de una vida digna; esto supone respetar a todos y a todas
y garantizarles educación, salud, trabajo, justicia, seguridad, libertad con respaldo jurídico que
sirva de apoyo para la protección y defensa de esos derechos y para castigar las violaciones de
los mismos expresan valores comprometidos con la vida social, las necesidades a ellos
inherentes, surgen en un determinado contexto histórico y se desarrollan en el marco del proceso
de socialización (Roque y Viciedo, 2009).
De la Educación para la Paz, Tuvilla (1996) distingue algunos de los rasgos, entre ellos: la paz
positiva, la reducción de la violencia, la elevación de la justicia, la defensa de la vida, la
integridad humana y a la naturaleza. Este autor pasa a un segundo plano la apropiación del
sistema de conocimientos sin tener en cuenta que en su desarrollo es conveniente utilizar como
metodología general la dialéctica materialista para la apropiación de este, en interrelación con el
desarrollo de habilidades, actitudes y valores para guiar la práctica social en defensa de la paz.
Los autores Galtung (1988), Tuvilla (2000), Fisas (2002) y Arteaga (2005) enfatizan en las
potencialidades de la Educación para la Paz y han mostrado esfuerzos para su enriquecimiento a
partir del proceso pedagógico escolar. Otros investigadores se han centrado en la definición y
teorización a partir de uno de sus contenidos y la correspondiente concreción en la práctica
educativa. Barahona (1998), Ospina y Abrego (2010) destacan la significación en la formación
de actitudes y valores.
Al respecto, Tuvilla (2004), Abrego (2009), Ospina (2010), Ocampo (2011), Leyva (2012) y
Martínez (2013) han reconocido sus principios educativos y los que asume la Unesco, al
considerar que educar para la paz es una forma particular de educación en valores que los
favorece en función del compromiso social; un proceso permanente a incorporar en los proyectos
educativos, en los programas o las acciones de los diferentes agentes educativos, para recuperar
la idea de paz positiva para favorecer relaciones pacíficas. De igual forma, la incorpora en el
currículo escolar para darle una dimensión transversal; constituye una educación para la acción
en la formación y desarrollo de actitudes y valores asociados a la paz. En el ámbito escolar
consiste en trabajar el concepto de conflicto para canalizar la agresividad, las manifestaciones y
tipos de violencia.
Recibido: 8 de enero de 2019
Aprobado: 5 de abril de 2019 167
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Se pretende con este trabajo valorar los antecedentes teóricos que sustentan la práctica a favor de
la Educación para la Paz con una proyección humanista integradora que implique todos los
agentes en el proceso de transformación y promoción, desde una perspectiva mundial, ciudadana,
holística, orientado hacia la convivencia, la comunicación combinando la educación, la ciencia,
la cultura y la comunidad en un mismo ámbito de acción, que favorezcan las relaciones
humanas, la convivencia pacífica, el valor del compromiso cívico en una triple armonía del ser
humano consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente.
A partir del método dialéctico materialista se emplea el análisis documental así como el método
Analítico-Sintético consustancial a todo proceso investigativo en una constante composición y
recomposición de las ideas, para la sistematización de la información en el establecimiento de las
relaciones, interacciones y generalizaciones acerca de los rasgos, principios y modelos de
Educación para la Paz en diferentes contextos.
Según el Documento de trabajo elaborado por el Programa de Educación para la Paz denominado
“Hacia una Cultura Global”, (UNESCO, 1999) la Educación para la Paz debe centrarse en los
siguientes aspectos:
Defensa del derecho a la educación, el desarrollo de las capacidades individuales en
beneficio del sujeto y de la sociedad.
La educación como factor de progreso, cohesión social y desarrollo humano, a la que
considera como mayor inversión social, económica y cultural de los sistemas educativos.
La necesidad de humanizar los efectos de la globalización favoreciendo la igualdad de
oportunidades.
La educación como importante instrumento para construir una cultura que responde al
derecho humano de la paz propiciando un cambio en la visión del mundo de niños y jóvenes
así como en la manera de educar, comunicar y vivir juntos.
La necesidad de crear un modelo preventivo, ecológico y humanizador de Educación para la
Paz.
La protección de los niños, las mujeres y en general, los sectores más desfavorecidos ante
cualquier forma de violencia.
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Aunque cada país debe adoptar sus programas específicos en relación con su propia situación, el
citado documento destaca las orientaciones básicas que rigen el desarrollo, ejecución y
evaluación de dichos programas:
El carácter participativo y cooperativo de manera que involucre a instituciones
gubernamentales y no gubernamentales en permanente comunicación y coordinación.
Permanentemente orientado a la enseñanza aprendizaje en un proceso en que los
participantes aprenden y enseñan valores, actitudes y comportamientos de una Cultura de
Paz.
Carácter descentralizado. Experimentarse como parte integral de la vida diaria de la gente,
con una estructura, mecanismos y normas que promuevan iniciativas locales y regionales
específicas.
Con prioridades bien definidas determinadas por su inclusión en fenómenos de violencia y
grupos con potencial para fomentar una Cultura de Paz.
Programas pluriculturales y plurilingües involucrando a personas de diferente procedencia y
características.
Con dimensión internacional.
El análisis realizado permite reconocer un conjunto de rasgos con los que los investigadores
distinguen a la Educación para la Paz, entre ellos el proceso de socialización permanente; acto
educativo, activo y creativo en el que las personas son agentes de transformación; promoción o
desarrollo de uno de sus contenidos; su fin: la paz positiva, y el medio: la resolución pacífica de
conflictos.
Se destacan otros rasgos relacionados con la prevención de las manifestaciones y tipos de
violencia; se enfatizan en el resultado: la Cultura de Paz, los valores y actitudes de este proceso;
vivir en paz consigo mismo y con los demás; es configurada de acuerdo con el sujeto educado.
Se enfatizan además en otros rasgos como:
El carácter de proceso formativo que permite abordar la Educación para la Paz como
contenido educativo en la formación de la personalidad y el proceso pedagógico escolar.
Los resultados no se limitan a una forma única, sino adquiere sentido en relación con el
progreso cotidiano y la concreción práctica.
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La concreción de los fundamentos de la paz positiva, la no violencia, la tolerancia, la
resolución pacífica de conflictos y los derechos humanos como parte del sistema de
conocimientos, habilidades, actitudes y valores de este proceso.
El desarrollo de habilidades en relación con el acto de enseñar y aprender, a partir del
rediseño de la práctica educativa, el marco cultural, pedagógico y las expresiones del
contexto para organizar un trabajo educativo, correctivo y preventivo en función del
desarrollo del individuo.
La formación de agentes activos para convivir consigo, con otros y con el medio ambiente
en oposición a cualquier manifestación que impiden el desarrollo personal y comunitario.
Según Tuvilla (2004) la UNESCO ha desarrollado acciones de Educación para la Paz a partir de
cuatro modelos en diferentes contextos. El primero: los restringidos, con la incorporación de
valores de la paz en las asignaturas de Cívica y Moral. El segundo: los extensivos, que
consideran a la educación como instrumento para la construcción de la justicia social y la
formación integral del individuo. El tercero: los correctivos, orientados a comunidades, sujetos y
escuelas con altas tasas de violencia. El cuarto: los integrales, que incluyen a la Educación para
la Paz en la educación global desde una perspectiva mundial, ciudadana, holística, que responden
a la cultura de paz y a mayor aceptación, por atender a su desarrollo a partir de diferentes aristas.
La autora Arteaga (2005) plantea tres dimensiones de la Educación para la Paz: vivir en paz
consigo mismo, vivir en paz con los demás y vivir en paz con la naturaleza que en el proceso
investigativo han sido reelaboradas por considerarla muy reduccionista; pues esta solo
comprende los factores bióticos y abióticos. Al mismo tiempo contradice uno de los rasgos de la
definición de Educación para la Paz que declara esta autora, relacionado con evitar todo aquello
que provoque daño o destrucción de la cultura material del hombre. En tanto se asume como
dimensión: vivir en paz con el medio ambiente, pues todo acto de violencia contra una
institución social o económica creada por el hombre afecta a este y a los demás.
En correspondencia con lo anterior se han desarrollado, según Tuvilla (2004), los siguientes
modelosde Educación para la Paz:
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Modelos o enfoques restringidos: Destinados a favorecer el conocimiento de los principios
constitucionales, los valores, los derechos humanos y de la paz desde parcelas limitadas al diseño
de programas curriculares, en áreas o asignaturas específicas. Entre estos se aprecia el de Sáez
(1997 que desde la asignatura Historia en Chile, elabora un sistema de: “Guías didácticas de
educación para el desarrollo”, orientadas fundamentalmente al tratamiento del papel de la guerra
en la historia; en Brasil, el programa “Paz en las escuelas” y en Colombia “Movimiento de los
niños por la paz” (Tuvilla, 2004).
También se inscriben en este modelo los proyectos orientados a metas académicas, reducción del
fracaso escolar, conformación de un comportamiento respetuoso e intervención rápida y no
intrusiva en el mal comportamiento como vías para desalentar el desorden (Aleen et al., 1993
citados por Walker, S.F.).
Los programas derivados de este modelo son limitados, inconexos, atienden a facetas o aspectos
específicos que pueden contribuir a desarrollar la Educación para la Paz y por tanto una Cultura
de Paz, con limitaciones, aunque pueden ser incluidos en otros modelos.
Modelos extensivos: La Educación para la Paz como finalidad básica del derecho a la
educación y la formación integral de la persona a partir de la concepción de la Unesco de la
educación como instrumento valioso para la construcción de la justicia social. Los contenidos se
abordan desde la innovación curricular de la transversalidad. Estos enfoques transversales si bien
constituyen un paso de avance, tienen tendencia a colocarse como algo que se agrega al proceso
docente, recarga los fondos de tiempo, y atienden a problemas parciales. Tuvilla (2004) relata
experiencias en América Latina orientados hacia aspectos específicos como: “Aprender a vivir
juntos”, en Argentina, orientado a la convivencia en la escuela; programas orientados a la
formación de valores y otros.
Entre estos se encuentra el de Hicks (1993) el cual propone un modelo para tratar los conflictos
mundiales mientras que el de Home (2003) se orienta a la elaboración y puesta en práctica de
programas de capacitación a docentes y alumnos para iniciarlos en las técnicas de mediación
como una vía de solución de conflictos, este programa reporta resultados positivos en cuanto al
desarrollo de la capacidad de dialogar, de comprensión.
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El Proyecto Pléyade ( Parodi, 1999) constituye una alternativa para construir espacios de afecto,
paz, recuperar elementos esenciales para la reconstrucción de dimensiones humanas orientado a
elevar el papel de la escuela como institución de la comunidad, promoviendo cambios en un
proceso de mejoramiento de la misión educativa, la estrategia se orienta hacia la convivencia, la
comunicación, la actividad extradocente y extraescolar y la investigación, como recurso
metodológico le dan especial prioridad a los juegos. Este proyecto es más amplio que los otros
analizados, es más abarcador y destaca especialmente el aspecto humano como centro de la
problemática.
Muster (2004), propugna un programa de intervención para niños en riesgo dirigido a
convertirlos en mejores adultos que incluye capacitación a maestros para el control de sus
impulsos, reconocer sentimientos en otras personas, para controlar la agresividad y desarrollar
habilidades especializadas en administración del aula y hacia los padres, esfuerzos positivos y
vigilancia de los hijos. Este programa pretende enfocar la problemática desde los responsables
directos de la formación de las nuevas generaciones pero no involucra a los alumnos en su propia
transformación, a través de:
Proyectos curriculares y extracurriculares, orientados a la realización de seminarios para las
relaciones interpersonales que refuerzan la inclusión de la Educación para la Paz (Walker,
UTEPSA).
Proyectos orientados hacia temas específicos como la solución de conflictos, la capacidad de
resistencia a la frustración, la comunicación (L¨Homme, 2003).
Modelos o enfoques integrales. Consideran la Educación para la Paz como elemento de la
llamada educación global que desde una perspectiva mundial, ciudadana y holística pretende dar
respuesta a los problemas y contribuir a edificar una Cultura de Paz. Tratan de superar la
transversalidad de manera que el eje central del currículo no está en las disciplinas o áreas del
saber sino integrada a todo el currículo escolar, combinando la educación, la ciencia, la cultura y
la comunidad en un mismo ámbito de acción.
Aunque por declaración los programas interventivos se inscriben en este modelo en el plano
concreto en los países en específico no se concreta. El “Plan andaluz de Educación para la
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Cultura de Paz y la no violencia” es uno de los que más concretan este modelo. Las principales
ideas que lo sustentan son los preceptos ya enunciados de la UNESCO.
Este programa se orienta al aumento de los factores de protección para reducir los factores de
riesgo a través de medidas que favorezcan la mejoría de la convivencia en centros educativos
orientados hacia una Cultura de Paz en un plan preventivo de manifestaciones de violencia, que
se concrete en la resolución pacífica de conflictos, en tres direcciones:
Aprendizaje de ciudadanía democrática.
Educación para la Paz, los Derechos Humanos, Democracia y Tolerancia.
Convivencia escolar.
Se basa en los siguientes principios orientadores:
Promover la paz como acción colectiva e individual, saber convivir con los conflictos y
propiciar soluciones creativas, y pacíficas.
Apoyo a las escuelas para la elaboración de proyectos educativos integrales.
Fomentar la participación coordinada de todos los sectores de la comunidad educativa.
Difusión de la Cultura de Paz como base del aprendizaje de valores y ejercicio de una
ciudadanía responsable promoviendo la acción sobre la Cultura de Paz y no violencia.
Este programa se propone incluir la Cultura de Paz en el currículo escolar del nivel medio, en
actividades extradocentes y complementarias, la creación de una red de escuelas de Educación
para la Paz. Entre sus aspectos más aportativos se destaca el carácter integral, la unidad de lo
colectivo y lo individual, la convivencia y la solución de conflictos como aspecto esencial, la
formación ciudadana con un carácter universal como meta final y el carácter participativo. No
obstante, no le da el suficiente peso a los valores morales en la Educación para la Paz y no
considera aristas básicas como la preparación de los docentes, las relaciones con la naturaleza y
consigo mismo, se centra fundamentalmente en la dimensión de vivir en paz con los demás.
Tinoco (2004) en Ecuador, ofrece una estrategia basada en la integración, con el objetivo de
contribuir a que los hombres aprendan a pensar, actuar, asimilar la experiencia colectiva
culturalmente organizada y a preparar su intervención activa en el proceso social. Destaca la
importancia de investigar las causas y obstáculos que impiden el logro de una verdadera paz y
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promover el conocimiento, los valores y capacidades de docentes y discentes para que
comprendan y construyan esta paz. Este autor se refiere a la necesidad de articular los contenidos
conceptuales, el desarrollo de capacidades críticas y analíticas, la construcción de los valores y el
aprendizaje de metodologías encaminadas a la toma de decisiones orientados hacia el
compromiso de intervención social avanzando de la experiencia a lo global, de lo cercano a lo
lejano.
Es novedoso en este autor el papel que le concede al currículo oculto al plantear que esto sólo
puede lograrse si se crea un ambiente de libertad, respeto y democracia, basado en la adquisición
de conocimientos, el diálogo, la libertad de expresión y la actividad en la búsqueda de soluciones
fundamentado en la responsabilidad, creatividad y autonomía de los alumnos. Plantea una
estructura organizativa que fomente la participación, la expresión franca de sus puntos de vista,
la discusión y donde reine la igualdad y la justicia. Este proyecto parte del criterio de que la
Educación para la Paz es Educación en Valores y plantea una serie de rasgos característicos.
Señala la necesidad de asegurar una presentación de roles de los sexos en correspondencia con la
evolución de la sociedad para romper estereotipos discriminatorios.
Además de estos tres modelos, auspiciados por la UNESCO o estimulados y divulgados por esta
organización se desarrollan otros modelos. Así, Arteaga (2005) considera un cuarto grupo que se
orientan esencialmente hacia comunidades, sujetos y escuelas con altas tasas de violencia por lo
que tienen un carácter preponderantemente correctivo; estos, aunque cuentan con alguna
intervención de la escuela, movilizan otros factores sociales con carácter protagónico, como
trabajadores sociales, organizaciones no gubernamentales, otras organizaciones sociales y
estatales (Ortega, 1998; Muñoz, 2002; Krug, 2003; Newell, 2003; Avellanosa, 2003).
El modelo referido incluye proyectos de organizaciones estatales y comunitarias orientados a la
formación de redes de respuesta social frente al maltrato infantil, programas concretos de
atención a menores, entre otros (Muñoz, 2002; Newell, 2003) y programas estatales para la lucha
contra la pobreza, el mejoramiento de los servicios sociales de educación, salud, seguridad,
oportunidades a los más desfavorecidos, opciones sociales para el uso del tiempo libre (Newell,
2003) que dadas las condiciones del mundo de hoy su nivel de concreción real es muy limitado.
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Según este modelo, se han desarrollado proyectos dirigidos a la atención específica a grupos de
riesgo (suicidas, jóvenes, grupos marginales y delincuenciales, mujeres víctimas de violencia
familiar y sus hijos), que incluyen programas de capacitación, mediante talleres especiales,
protección de víctimas, manejo de frustraciones (Cuadras, 2000).
Las propuestas que emergen desde la escuela se orientan a aspectos específicos como la
preparación para el conflicto, la negociación, la prevención de la violencia en las relaciones de
género desde las escuelas, la autonomía y el desarrollo moral, estrategias terapéuticas,
comunitarias, entre otras que han sido cuestionados esencialmente por no tener en cuenta que las
causas que generan la violencia, muchas veces, trascienden a los sujetos involucrados.
Jares (1999) define tres modelos de Educación para la Paz para el sistema educativo, a partir de
la posición filosófica que se asuma. En el técnico-positivista y el hermenéutico-interpretativo el
docente se centra en los conocimientos y la relación es vertical. Estos resultan reduccionistas,
exacerban las relaciones de dominación y poder del docente sobre el estudiante, se obvia la
relación con el medio, la transformación de la realidad y de sí mismo. El sociocrítico se centra en
lo cognitivo, afectivo y moral, utiliza el método socioafectivo con base en la paz positiva y
contra la violencia del sistema educativo. Se asume por la concepción dialéctico materialista que
favorece la unidad del sistema de conocimientos y las habilidades en relación con las actitudes y
valores de este proceso.
En el contexto cubano los resultados de las investigaciones se han caracterizado por una
naturaleza descriptiva, orientadas a la trasformación del estudiante; A pesar de la intención de
darle un enfoque integral se centran en problemas puntuales detectados en los centros o
promovidos por instituciones sociales, comunitarias, ejecutados por especialistas conciliando
acciones con los participantes. No siempre Estas circunstancias justifican la necesidad de
incorporar la Educación para la Paz como contenido en la formación continua de los docentes.
Son escasos los proyectos vinculados con la formación inicial y continua del docente.
La Educación para la Paz por constituir un proceso formativo que se desarrolla sobre la base de
los presupuestos de la paz positiva, la tolerancia, la resolución pacífica de conflictos y los
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derechos humanos se dirige a preparar a las personas con habilidades para analizar, dialogar,
enfrentar críticamente la compleja y conflictiva realidad desde la búsqueda de salidas no
violentas, mediante normas y experiencias socio-morales que favorezcan las relaciones humanas,
la convivencia pacífica, el valor del compromiso cívico en una triple armonía del ser humano
consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente.
Acciones como esta establecen los cimientos en la sociedad cubana para el desarrollo de
modelos de Educación para la Paz en la escuela, como una forma peculiar de Educación en
Valores, a través de modelos que fomenten valores reguladores de sus relaciones interpersonales
y promuevan actitudes que se concreten en su conducta ciudadana, sin perder de vista que los
valores son una expresión de la sociedad en la que fueron creados y esta refleja sus aspiraciones
y propósitos en la política educacional que define el tipo de hombre a formar para que responda a
sus intereses y necesidades.
Formar un hombre que piense, sienta, valore, actúe, cree, ame; preparado para la vida presente y
futura, para el trabajo, constituye la esencia misma del proceso educativo y premisa
indispensable de la convivencia ciudadana. Por tanto, tiene que favorecer el desarrollo de valores
de respeto y de defensa del hombre mismo, de su entorno físico, del equilibrio ecológico y del
desarrollo cultural.
La Educación para la Paz en tanto proceso integral no es algo que se agrega al currículo escolar
como una carga más sino que se integra armónicamente a todo el currículo escolar, tanto
académico, a los proyectos educativos o estrategias educativas según corresponda, en el ámbito
escolar y extraescolar sobre la base de un ambiente escolar donde el valor funcione que aporte un
modelo de Educación para la Paz, en un ambiente de respeto, tolerancia, asertividad.
En diversas obras se han reconocido los principios educativos que asume la UNESCO, al
considerar que educar para la paz es una forma particular de educación en valores que los
favorece en función del compromiso social; un proceso permanente a incorporar en los proyectos
educativos, en los programas o las acciones de los diferentes agentes educativos, para recuperar
la idea de paz positiva para favorecer relaciones pacíficas (Tuvilla (2004); Abrego (2009);
Ospina (2010); Ocampo (2011); Leyva (2012) y Martínez (2013).
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De igual forma, la incorpora en el currículo escolar para darle una dimensión transversal;
constituye una educación para la acción en la formación y desarrollo de actitudes y valores
asociados a la paz. En el ámbito escolar consiste en trabajar el concepto de conflicto para
canalizar la agresividad, las manifestaciones y tipos de violencia.
En términos generales, en la literatura se aprecia insuficiencia de propuestas de carácter
holístico, que comprendan la Educación para la Paz como un sistema y se dirijan a toda la
población escolar teniendo en cuenta el riesgo potencial al que están sometidos sus miembros.
Los modelos de Educación para la Paz, generalmente, se centran en grupos y aspectos
específicos de la personalidad de los sujetos o del contexto en el que se realiza la intervención,
sin tener en cuenta que la educación es un fenómeno holístico en el que participa la realidad toda,
tanto el aspecto objetivo como subjetivo y que esa realidad tiene diferentes repercusiones en la
personalidad de cada sujeto.
Los principios que sustentan la Educación para la Paz en el modelo cubano, previa
contextualización, favorece la dirección del proceso pedagógico escolar, son estratégicos e
influyen en la determinación de los fundamentos de las acciones y regulan el funcionamiento de
los componentes. De igual manera, son expresión de los principios pedagógicos de la unidad de
la educación y la sociedad; la educación y la instrucción; la igualdad de posibilidades de la
educación; la educación en el colectivo y a través del colectivo, la acción conjunta de la escuela
y demás agentes educativos.
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Vol. (19), No. (53), art (02), pp. (165-180), mayo-agosto, 2019
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