Revista Varela, ISSN: 1810-3413 RNPS: 2038

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FAMILIA Y ESCUELA UNIDAS: UN MODELO AJUSTADO A LAS
EXIGENCIAS DEL SIGLO XXI

UNITED FAMILY AND SCHOOL: A MODEL ADJUSTED TO THE
REQUIREMENTS OF THE 21ST CENTURY

AUTORES


Ilse Janeth Palomeque García ilsejaneth@yahoo.es


Máster en Educación y Desarrollo Social. Rectora de la Institución Educativa Técnico Industrial
Diez de Mayo. Cali. Colombia. ORCID: 0000-0002-1744-3071.

Yaquelín Alfonso Moreira yamoreira@ucf.edu.cu


Doctora en Ciencias Pedagógicas. Profesora Titular. Directora de Formación de la Universidad
de Cienfuegos. Cuba. ORCID: 0000-0002-6981-1966.

RESUMEN


El artículo tiene el propósito de generar una reflexión sobre la importancia de incluir a la familia
en el proceso pedagógico de la escuela, para posibilitar la formación del ciudadano del siglo XXI
mediante un trabajo conjunto. A través de los tiempos, pese a los grandes esfuerzos de la escuela
por mejorar el desempeño escolar de los estudiantes, se observa que aún no se obtienen los
resultados deseables en función de una formación integral mediante la apropiación de un
proyecto de vida con una visión de futuro posible y sostenible. Desde esta óptica, las prácticas
pedagógicas se constituyen en un referente de cambio al asumir la participación de las familias en
y fuera del aula. Se muestra la experiencia desarrollada en una escuela del municipio Santiago de
Cali, en Colombia, donde se presentan barreras que restringen la relación escuela y familia. Los
resultados se evidencian en un proceso de sensibilización y concientización de responsabilidad
conjunta mediante una proyección de actividades iniciales que constituyen antecedentes al
modelo familia y escuela unidas.


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ABSTRACT


The purpose of the article is to generate a reflection on the importance of including the family in
the pedagogical process of the school, who through a joint work, enables the formation of the
21st century citizen. Throughout the times, despite the school's great efforts to improve student
performance, it is observed that the desired results are not yet obtained, depending on an integral
formation through the appropriation of a life project with a vision. of possible and sustainable
future. From this point of view, pedagogical practices become a reference for change by
assuming the participation of families in and outside the classroom. It shows the experience
developed in a school in the municipality of Santiago de Cali, in Colombia, where there are
barriers that restrict the relationship between school and family. The results are evident in a
process of sensitization and awareness of joint responsibility through a projection of initial
activities that constitute antecedents to the family and school model.

PALABRAS CLAVE


Familia, escuela, participación, calidad educativa.


KEY WORDS


Family, school, participation, educational quality.


INTRODUCCIÓN


Entre los objetivos del desarrollo sostenible reconocidos por diversas organizaciones
internacionales, se destaca la necesidad de la elevación de la calidad de la educación. Tal es el
caso de la agenda de Educación 2030, promovida por UNESCO, que busca garantizar una
educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente
para todos; desde esta propia agenda se reconoce a las familias como el instrumento más valioso
que tienen los gobiernos para influir en el nivel de vida de las generaciones venideras (UNESCO,
2016).

En correspondencia con lo planteado la escuela para el cumplimiento de su encargo social, está
llamada a incluir las familias en su proceso pedagógico, máxime cuando se cuenta con el apoyo


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de las políticas públicas que avalan su participación en las diversas instancias escolares. La
familia y la escuela unidas influyen positivamente en la superación de la desigualdad de
oportunidades y en la búsqueda de un mundo más justo y equitativo (MEN, 2017).

En este sentido, se necesita adoptar un modelo que ajuste estas perspectivas en el proceso
pedagógico. Precisamente las buenas prácticas pedagógicas por lo general han sido antecedidas
por situaciones de crisis, inestabilidad y falta de creatividad en las actividades realizadas. Se
requiere de un proceso de largo aliento y de la voluntad de los implicados quien mediante una
visión futurista generen una transformación en torno a nuevos modos en su accionar. Es así que
en aras de fortalecer el quehacer pedagógico se hace necesario determinar los posibles
condicionantes que están afectando la práctica respectiva y buscar soluciones mediante el trabajo
conjunto con las familias.

En este sentido, las escuelas están llamadas a procurar un ambiente escolar óptimo que
materialice las aspiraciones, expectativas y necesidades tanto de los estudiantes como de sus
familias y de la comunidad educativa en general. Los objetivos deben estar direccionados hacia
propósitos y metas comunes que permitan una interacción y comunicación eficaz en la búsqueda
de estrategias que conlleven a la solución de situaciones problémicas (Andrés y Giró, 2016).

Durante muchos años, la escuela ha tomado la responsabilidad de formar integralmente a sus
estudiantes, pero de alguna manera en esta tarea intervienen factores externos e internos que
afectan el cumplimiento de este propósito, el entorno ejerce influencias que marcan
significativamente el desarrollo de la vida escolar. Es así que fácilmente se puede observar el
poco interés y la poca motivación de los estudiantes en las aulas, a tal punto de percibir a
docentes desgastados en función de mejorar sus prácticas pedagógicas.

Se puede advertir que dicho desgaste no solo proviene desde el querer hacer en las escuelas, sino
que es una preocupación que igualmente se vive desde las familias. Se requiere aunar esfuerzos
para formar el hombre del mañana alejándolo de aquellos flagelos como las drogas, el alcohol, el
tabaco, entre otros, que puedan afectar su ambiente escolar y su vida futura. Por tanto, fortalecer
las relaciones entre la escuela y la familia se constituye en una necesidad para abordar de manera
conjunta las acciones que pueden potenciar las capacidades cognitivas, afectivas y


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socioemocionales del estudiante de tal manera que responda al cumplimiento de sus
responsabilidades.

Precisamente el desarrollo de actividades independientes por parte de la escuela y las familias, en
favor del propósito educativo, genera fragmentaciones, rupturas y conflictos (Ceferino 2015) que
impiden una solución profunda y oportuna a la situación planteada.

Se trata entonces de mejorar el vínculo familia y escuela a través de la participación en las
actividades escolares y extraescolares que potencien el éxito educativo. Justamente, en este
artículo se muestra la experiencia desarrollada de la institución educativa técnico industrial
“Diez de Mayo” en la ciudad de Santiago de Cali, Colombia, quien pese a las barreras en la
relación escuela y familia, se logra consolidar una proyección inicial de actividades que
constituyen antecedentes al modelo de participación de la familia en la escuela.

LA PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA CALIDAD EDUCATIVA


La calidad educativa es aquella que promueve el cambio y modernización de las aulas (Pérez y
Merino, 2018) en aras de preparar al estudiante para afrontar los desafíos de la vida adulta e
impulsa en ellos el progreso en sus ámbitos cognitivo, social y emocional toda vez que involucra
el contexto y la familia.

Al respecto, Epstein (2011) considera que a nivel internacional y nacional, la participación de la
familia se constituye en un elemento fundamental de la calidad educativa, pero no hay un acuerdo
pleno en el cómo y en el tipo de prácticas con las que se logre obtener una mayor implicación de
los padres. Por su parte, Sarramona y Roca (2007) coinciden en afirmar que hay una relación
estrecha entre la participación de los padres y la calidad de la educación, pues ésta se presenta
como una exigencia de la democracia social dado que se trata de intervenir en una actividad
trascendental para la vida de las personas, a lo que Copash (2008) añade que esta participación
debe incluirse en los estándares de calidad educativa.

Con relación a lo anterior, la investigadora mencionada refiere que es innegable que la
participación de la familia contribuye a la calidad educativa, pero a su vez agrega que se hace
inminente la pronta acción de la escuela en tomar la iniciativa para cristalizar este objetivo.
Efectivamente la inclusión de la participación en los estándares o derechos básicos de aprendizaje


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permite de manera consensuada establecer los contenidos a priorizar en la malla curricular toda
vez que se puedan integrar los saberes y prácticas que desde la cotidianidad disponen los
familiares.

De igual manera, Coscarelli (2014) argumenta que la participación y el desarrollo de relaciones
democráticas fortalecen los consensos y concertaciones para la intervención esencial en el
espacio de articulación, en el que se debe favorecer el reconocimiento del otro, posibilitando una
comunicación horizontal en el plano de la bi-direccionalidad (Flecha y Soler, 2008; Llevot y
Bernad, 2011; Fernández, 2016) fomentando las redes de colaboración.

Se asume luego que la participación de la familia en la escuela aporta a la calidad educativa y ha
de ser concebida como un espacio de interacción en el cual los docentes y familiares participen
en un proceso de comunicación bidireccional, basado en la colaboración, que conlleva a la
implicación con un sentido de empoderamiento; a su vez supone valorar los espacios de
aprendizaje participativos que facilitan la búsqueda de consensos.

LA PROYECCIÓN DE ACTIVIDADES INICIALES: ANTECEDENTES DE
LA PROPUESTA PEDAGÓGICA DE PARTICIPACIÓN

La investigación se desarrolló en la institución educativa oficial “Técnico Industrial Diez de
Mayo” en la ciudad de Cali, Colombia, cuya problemática inicial derivaba en las relaciones
fragmentadas con las familias, permeadas por débiles canales de comunicación y situaciones de
conflictos desplegadas en rupturas.

La institución se encuentra en un entorno vulnerable, que atiende la cuarta generación de una
población damnificada por los hechos trágicos ocurridos el 7 de agosto de 1956 por la explosión
de diez (10) camiones cargados con dinamita, situación que marcó desolación, angustia y
limitación de recursos en sus habitantes; dos años después, en 1958 se abren las puertas de este
recinto escolar.

La proyección de actividades iniciales en el período 2010–2016, consistió en un proceso de
confrontación y enriquecimiento de las ideas teóricas de partida que involucró a los docentes,
directivos y familiares. En este caso, se decidió transitar por tres momentos: creación de un


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ambiente participativo, fortalecimiento de las instancias de participación y espacios de
aprendizajes participativos.

Primer momento: Creación de un ambiente participativo. Período: 2010 – 2012.


La situación real de este período fue de tensión, discordias y rupturas en la relación escuela y
familia por cuanto había excesiva confianza de ellos en la intervención de la asociación de
familiares; siempre eran los mismos representantes y se sentían con autoridad para co-gobernar
en la escuela de una manera autoritaria, persiguiendo intereses particulares y dando órdenes a los
docentes.

Para mejorar esta problemática, se convocan a reuniones donde se da a conocer la normatividad
vigente de las instancias de participación en la escuela, las funciones de las familias, los alcances
y limitaciones. La escuela apoyada por la Secretaria de Educación desarrolló talleres con guías de
trabajo para entender la legalidad y las formas de colaboración que se requiere en las escuelas,
quienes de una manera didáctica logran el aumento de los asistentes.

En los talleres se generaron discusiones grupales sobre la actitud de colaboración de las familias
hacia la escuela y se determinó renovar los representantes de las diferentes instancias de
participación democrática dada su larga continuidad en los mismos, es así que en asamblea de
padres de familia y previa concientización de sus roles, se eligieron de manera voluntaria los
representantes al consejo de padres, consejo directivo, comisiones de evaluación y los
responsables de fiscalizar el funcionamiento del restaurante escolar y además se logró la
implementación de la jornada nocturna con prelación a los familiares que deseaban culminar su
etapa de formación académica.

De otro lado, los directivos empezaron a desarrollar acciones que implicaban un cambio en la
forma de trabajo institucional: mayor control en el horario del desarrollo de las clases, mejor
organización en los turnos de disciplina, implementación de mecanismos de seguridad para la
comunidad educativa e inicio de articulación en la planeación curricular entre sedes y jornadas
siguiendo directrices desde la dirección.

No obstante, se concluyó que a pesar de que estas acciones iniciaron un ambiente positivo,
fueron insuficientes para potenciar la participación de la familia en la escuela, ya que no existía


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un mecanismo de interacción que impactara al aula y la escuela en términos de involucrar en
forma directa al familiar, así como predominó la intervención de la secretaria de educación
municipal y de los directivos. Un logro relevante fue la apertura de los ciclos lectivos nocturnos
que incluyó de manera voluntaria a los familiares que aún no habían terminado el nivel de
primaria, secundaria y media. Esto permitió conocer y sentirse parte de la escuela en la medida
que hubo apropiación del horizonte institucional en cuanto a la misión, visión, política de calidad
y filosofía institucional.

Segundo momento: Fortalecimiento de las instancias de participación. Período 2012 – 2014.


La relación con la familia aún era de tensión, los esfuerzos por acercar a los familiares no se
hacían visibles en su totalidad, es así que en este período se presentaron algunas agresiones
verbales y físicas de familiares hacia docentes al interior de la institución educativa, donde se
procedió a separar a través de rejas de seguridad, la infraestructura de las oficinas con respecto a
las aulas de clase y con ayuda del personal docente y directivo se establecieron normas que
pudiesen legitimar el ingreso a la escuela de una forma organizada.

Se detectó que algunas personas simulaban ser familiar de algún estudiante con el fin de obtener
derechos en la escuela, y frente a ello, en cumplimiento de la normatividad existente, se ejerció
un control y se reguló la representación de acudiente o mentor adjudicándole esta connotación
sólo al padre, la madre o a quien demostrase la custodia o relación de dependencia en forma
legal. Es así que aquellos representantes que tenían más de 20 años en estas instancias y no
cumplían con este requisito, fueron desplazados tanto por la escuela como por la misma
comunidad, pues esta situación limitaba la participación de la familia.

Los familiares mostraron mayor receptividad en torno a los cambios generados y se empezaron a
perfilar otros líderes con ánimo de colaborar y aportar a la escuela. En este momento no se tenía
un plan concreto para aprovechar y direccionar los apoyos y ayudas que pudiesen ellos ofrecer,
pero se organizó e hizo visible un horario de atención a familiares en aras de mejorar la
comunicación con los docentes de cada asignatura, aun así, siguen siendo pocos los familiares
que acuden a este medio de interacción.



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Conforme a la necesidad de vincular a los familiares en los procesos de construcción colectiva
escolar, se les invita en la conformación de comisiones para ajustar el manual de convivencia
institucional bajo los parámetros de la ley 1620 de 2013 e igualmente a la elaboración del sistema
institucional de evaluación educativa donde en común acuerdo con docentes, directivos y
estudiantes se adopta el porcentaje respectivo para valorar los aspectos académicos, personales y
sociales que hacen parte de la calificación de los estudiantes.

De alguna manera, aquella participación de los familiares en la escuela generó el inicio de una
mejor organización institucional que empezó a percibirse en el mejoramiento de los indicadores
de calidad con respecto al rendimiento escolar. Cabe destacar que en este período, se fortaleció el
gobierno escolar mediante la representación activa de los familiares en las instancias de
participación como consejo de padres, consejo directivo, comisiones de evaluación y promoción,
comité de convivencia, escuela saludable y comité de restaurante escolar.

Dado el aumento de credibilidad de los familiares y comunidad en general hacia la institución
educativa, creció la demanda de estudiantes e inmediatamente se hizo apertura de diez nuevos
cursos para un total de 45, logrando la ampliación de la planta de docentes, de 40 asciende a 50,
mejorando cobertura educativa y permitiendo un mejor acceso a la Institución educativa. A
petición de los familiares y docentes se desarrollaron las primeras escuelas de padres aunque con
poca regularidad.

Mediante grupos de discusión, los familiares profundizaron sobre las necesidades de la
institución educativa y conformaron equipos de trabajo para apoyar en la gestión de recursos
frente a las diferentes entidades gubernamentales; lograron la adquisición de algunos equipos
tecnológicos y a su vez se ofrecieron como voluntarios para apoyar en algunas asignaturas y
reforzar a estudiantes.

El desarrollo de los proyectos transversales como plan lector, paz y democracia, bilingüismo,
formación en valores, aprovechamiento del tiempo libre, prevención al consumo de sustancias
psicoactivas, educación para la sexualidad, seguridad escolar y bienestar ambiental, entre otros,
empezaron a generar expectativas positivas en los familiares y de manera tímida algunos
apoyaron en el desarrollo de actividades, por ejemplo en el proyecto de seguridad escolar hubo


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quien aportara capacitaciones a estudiantes sobre prevención de los riesgos escolares y
delimitación de las señales de tránsito escolar.

Lo que permitió concluir, que aunque las instancias de participación se lograron concretar, era
necesario empoderar los roles asignados, pues de os contrario la participación activa de los
familiares no se podía percibir en toda su dimensión. Mejoró la actitud y credibilidad hacia
escuela, pero se observó en algunos familiares desconfianza en los procesos implementados,
quizás porque presumían que aún había docentes que no aceptan en su totalidad su presencia. De
modo que, predominó en este momento la participación de docentes y familiares, aunque todavía
no siempre se ponen de acuerdo.

Tercer momento: Identificación de los espacios de participación. Período: 2014 – 2016.


Este período se caracterizó por la intencionalidad de establecer vínculos entre la escuela y la
familia mediante la participación. Esta iniciativa surgió por la necesidad de coordinar las
acciones derivadas del apoyo recíproco en las actividades institucionales y que a su vez no
representara carga adicional a los docentes en su actividad pedagógica. Se buscó que los
estudiantes recibieran una secuenciación en las temáticas de los proyectos transversales que se
desarrollaban durante el mes, con la intervención de los familiares. La institución se encontraba
en el momento de producir el cambio, donde hay mayor aceptación de los docentes para el
trabajo colaborativo y el aporte de contribuciones individuales pedagógicas para la mejora
institucional, potenciar los aprendizajes de los estudiantes y posibilitar un clima institucional
satisfactorio.

Conformado el consejo de padres con la representación de dos familiares por curso para un total
de 90, se observó que los participantes son aún tímidos y temerosos con las funciones
encomendadas.La asistencia a las actividades programadas era escasa y se observaba la falta de
iniciativa para proponer actividades que redundaran en el mejoramiento institucional.

La escuela no tenía una estrategia para atraer a los padres y estrechar los vínculos con ellos y
carecía además de una formalidad para la realización de las escuelas de padres, las cuales eran
muy esporádicas. Las comisiones de evaluación y promoción quienes eran integradas por un
padre de familia, un docente por cada curso del grado y un directivo, no eran conscientes de la


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responsabilidad que se tenía con relación a la búsqueda de oportunidades para aquellos
estudiantes con un rendimiento académico insuficiente y por el contrario a través de actas se
promulgaba la alta mortalidad escolar invitando a la exclusión de aquellos estudiantes.

De manera gradual el consejo de padres se empoderó de su rol y posibilitó los temas que se
consideraron necesarios abordar en las escuelas de padres que se llevaría a cabo de manera
mensual. Es así que el equipo directivo programó esta actividad como cierre de articulación de
los proyectos transversales pedagógicos donde se incluyen además la elaboración de carteleras,
homenajes a la bandera y orientaciones de grupo entre otros; el desarrollo fue asumido bajo la
coordinación de los docentes con la participación de todos los integrantes de la comunidad
educativa.

De otro lado, se iniciaron salidas pedagógicas con estudiantes, docentes, administrativos y
familiares a lugares de interés nacional en aras de procurar una mayor integración de la
comunidad educativa, pero la asistencia de los familiares es aún poca. Se adoptó como eje
temático el fortalecimiento del proyecto de vida de los estudiantes que involucró a las familias en
dicha preparación y se ofrecieron otros canales de comunicación con las familias como: el sitio
web, circulares, correo electrónico y otros.

El empoderamiento y las relaciones de colaboración entre familiares e institución educativa
facilitaronla participación de los estudiantes en el programa jóvenes embajadores a Estados
Unidos y el proyecto de Mercosur en Uruguay y Argentina, dado el potencial que se mostraba en
la práctica de los derechos humanos y el voluntariado en obras sociales. Esta oportunidad de
conocer otros países, inspiró a los estudiantes en el refuerzo del idioma inglés y fortalecer su
proyecto de vida con una visión esperanzadora hacia una ciudadanía global; estas voluntades
entre la escuela y familia en unirse para sacar avante proyectos que beneficien a los estudiantes,
dio origen a la inserción de un enfoque estratégico que dinamizaría en forma articulada las
actividades pedagógicas en un mediano y largo plazo.

Con relación a los docentes, asistieron a talleres de formación para retroalimentar su práctica
pedagógica e igualmente algunos familiares reciben formación a través de RedPapaz, que



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constituye una entidad que apoya la articulación familia- escuela como iniciativa de los familiares
y constituyen una red nacional.

En este período (2014-2016), cuyo objetivo se fundamentó en afianzar los vínculos y promover la
participación de la familia en la escuela, se logró aumentar el poder de convocatoria en las
asambleas de padres y demás instancias del gobierno escolar; se aprovecharon los recursos que
ofrecía la escuela como la formación en la escuela de padres y la articulación de los proyectos,
planes, programas y espacios de aprendizajes con familiares.

La recomendación se enfoca al cambio de orden en esa articulación, es decir los espacios de
aprendizajes participativos deben ubicarse al inicio de la ejecución de los proyectos, planes y
programas de tal manera que las familias puedan apoyar en las siguientes actividades. Se alcanza
a percibir que muchas familias están ávidas de aportar hacia la consecución de actividades que se
promueven y proponen ideas para mejorar; la institución educativa aprovecha esta oportunidad e
inicia un proceso de preparación con las familias.

Asimismo, se observa que las familias empiezan a incursionar tanto dentro como fuera del
contexto escolar a través de la organización que se le da a la articulación de la escuela de padres
con los proyectos y programas institucionales en temáticas como la identificación oportuna de
riesgos, el ejercicio de la autoridad mediante acuerdos y normas, como ser ciudadanos globales
con una visión esperanzadora de futuro, programas de aprendizajes de lecturas conjuntas,
fortalecimiento de la competencia del inglés y las habilidades para la vida, entre otros temas que
los articulan a todos.

Finalmente, cabe enfatizar que los tres momentos anteriores en la proyección inicial de
actividades para la participación de la familia en la escuela, permitió descubrir que sí era posible
generar un cambio, pese a las situaciones críticas vividas en años anteriores. Como
condicionantes de esta transición se resalta la comunicación, las interacciones, el
empoderamiento, las relaciones de colaboración y el enfoque estratégico que direccionó las líneas
de acción. Este proceso se configuró como parte de un diagnóstico que posibilitaría en el período
siguiente, implementar una estrategia pedagógica sobre la participación de la familia en el
proceso pedagógico de la escuela.


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CONCLUSIONES


En resumen, en este trabajo se asume que la escuela reconoce el papel de los familiares en el
proceso pedagógico como modelo de trabajo conjunto que potencia el proyecto de vida de los
estudiantes conforme a las exigencias actuales de la sociedad. Además, permite corroborar que
es necesario tomar en cuenta condiciones para lograr la participación donde el enfoque
estratégico haga corresponder la realidad cotidiana con el currículo.

Asimismo, es importante que los participantes asuman, empoderándose de sus roles, los
conceptos configurados, en tanto revelan sus dinámicas en las situaciones actuales de la escuela
que se erige como espacio de aprendizaje participativo, donde se dispone, cómo pueden ejercer
los docentes, la familia y las influencias de manera colaborativa, incluso más allá del propio
espacio de la escuela.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


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las familias en la escuela.
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Recibido: 10 de septiembre de 2018

Aprobado: 5 de abril de 2019 193