Revista Varela, 21 (58), 22-28 | ene-abr 2021 | ISSN: 1810-3413 | Universidad Central “Marta Abreu ” de Las Villas, Cuba

L. R. Ibarra | Soft skills , una tendencia de investigación educativa.

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producciones socio-históricas que se oponen al sentido común, solo que no llegan a la sistematicidad ni objetividad. Se distinguen porque son elementos que distancian a los opresores de quienes los oprimen (Gramsci, 1998 ; Ithuralde, 2020) .

Las soft skills son producciones socio-históricas que muestran a los trabajadores como seres complejos: son pensantes, sintientes y actuantes. Aun cuando, simultáneamente:

[ …] hay que reconocer que la administración como invención de la modernidad responde a un ethos particular enmarcado en una racionalidad de tipo instrumental, cuya condición teleológica comprende un interés económico, situación que tiende a convertir al empleado en un recurso del cual valerse para el alcance de los fines. La atención más humana en la administración subyace como una posibilidad de atenuar su énfasis instrumental y visualizar posibilidades para garantizar un mejor bienestar laboral, pero que no son más que eufemismos para mimetizar un mecanismo de dominación que acredite la adhesión del personal a la identidad corporativa. (Marín, 2006, p.54)

Es justo decir que las soft skills están separadas de la administración; no obstante, el tipo de psicología que las propició no es distante de fines e intereses económicos. Solo recuérdese que “las instituciones de educación superior tienen la responsabilidad de asegurar que los jóvenes estén adquiriendo las competencias necesarias para e l mercado laboral ” (Hernández y Neri, 2020, p.4) ; tales competencias son las habilidades blandas.

Un sentido común, sin mayor reflexión, desecharía las soft skills . Es necesario considerar que son un producto histórico - social, surgieron de pugnas entre la razón instrumental orientada a fines y otra orientada a la afectividad (Weber, 1991) . Se precisa reiterar la necesidad de reunir lo que se menosprecia por inclinarse ante otros “dioses ”, “tótems ” o teorías. En todo caso, la incertidumbre – otro aporte del método complejo retomado de la teoría cuántica – obliga a reflexionar qué sí recuperar y ante qué circunstancias (teoría de la relatividad).

Estas valiosas ofertas metodológicas (Morin, 1998) guiaron este trabajo: rechazo al pensamiento disyuntor (bueno versus malo o moderno versus tradicional) que deshistoriza y abstrae procesos humanos, unir lo disperso, complementariedad, teorías de sistemas, incertidumbre y relatividad.

A PORTES FILOSÓFICOS

Platón (2009) y Aristóteles (1979) llamaron virtudes a formas de ser y de valorar de los ciudadanos. Los dos se ocuparon en demostrar lo existente y lo deseable para que su polis, su Estado, fuese autónomo y en él se viviese de forma segura, productiva y placentera. Platón encaminó sus esfuerzos a demostrar que el Estado perfecto era aquel que perseguía el ideal de bien: bueno (ética), bello (estética) y verdadero (ciencia). Aristóteles encauzó sus teorías a establecer un Estado que lidiaba con lo existente para encontrar el justo medio en aras de la felicidad. Ninguno exaltó el interés por favorecer a mercaderes o artesanos, al educar; dicho en términos contemporáneos, no escribieron en provecho del mercado ni del sector productivo.

Platón exaltó, con argumentos:

[ …] la (i) prudencia que deviene de la ciencia, del saber cierto y verdadero, gracias a ella los dirigentes estatales conducirían a los ciudadanos por el sendero del bien, la prudencia se encamina a la sabiduría no tanto a la erudición sobre un solo saber; (ii) también ponderó al valor propio de los guerreros que defienden al Estado por el temor de que acontezca algo indeseable, valor que es distinto a la cobardía o la brutalidad; (iii) celebró la templanza que frena las pasiones y placeres, que lleva a una cierta armonía entre los ciudadanos que mandan y obedecen; (iv) finalmente ensalzó a la justicia , aquella que consiste en ocuparse en los propios asuntos, en hacer lo que cada quien tiene que hacer. (Platón, 2009, pp. 87-91)

Por su parte, Aristóteles (1979) legó una dificultad extrema y una forma de encararla:

[ …] elegir entre extremos, entre el vicio del exceso y el de la carencia, (i) a tal virtud la denominó phrónesis o prudencia , es propia de los dirigentes estatales que encuentran y eligen el término medio; por ejemplo, entre quien responde con mucha energía y quien es incapaz de defenderse, o entre ser adulador y criticar y criticar; (ii) la sabiduría o sophía es la virtud de quienes se dedican al saber